domingo, 18 de diciembre de 2016

El Ayuntamiento se subleva contra Espartero

Aunque el Archivo Municipal posee cuatro legajos del siglo XIX, que abarcan entre 1792-1807, 1815-1833, 1858-1863, la información que contienen es realmente poco útil por la gran cantidad de lagunas que contiene. De este siglo, desconocemos casi todo, y lo peor, si no se obra un milagro y aparece alguna documentación por algún sitio, y no sería la primera vez, vamos a seguir desconociéndolo. Es por ello, por lo que posee más valor el testimonio que traemos a continuación, la participación local en la sublevación contra Espartero de 1843 y la singularidad de su fuente, a pesar de la parquedad de la información.
General Espartero, Duque de la Victoria
Espartero había asumido la regencia de España durante la minoría de edad de Isabel II en 1841 con un enorme prestigio entre moderados y progresistas tras derrotar a los tradicionalistas en la Primera Guerra Carlista. Instalado el general en el poder pronto mostró un marcado autoritarismo y no tardó en volvérsele en contra la unanimidad inicial de prácticamente todos los sectores de la sociedad. En el verano de 1843 se produjeron levantamientos en toda Andalucía; en mayo se pronunciaron Málaga, Granada, Almería y Algeciras, en Junio Sevilla y Huelva y el resto de las ciudades, excepto Cádiz, en Julio.
El Boletín Oficial de la Provincia de Huelva desde mediados de  Junio nos informará de los sucesos que preceden al levantamiento y algunos de sus interesantes pormenores, entre los que se encuentran el levantamiento del Sargento Ríos, del cuerpo de Carabineros, que con un grupo de veinte caballos llamó al pronunciamiento en La Palma y Almonte, sin que fueran apresados. Una columna mandada desde Sevilla apoyada desde Escacena del Campo con milicianos de esta localidad y la tropa de carabineros, consiguió el objetivo de sumar Huelva al levantamiento el 26 de Junio, constituyéndose ese mismo día la Junta Provisional de Huelva. Tras su constitución definitiva, unos días después, será está última la responsable, entre otras medidas, de la defensa de nuestra provincia y la llamada a las armas a la población, secundada rápidamente por algunos de los pueblos en su sesión de 30 de junio (BOPH nº 86 de 3 de julio):

“La Junta queda enterada de una comunicación del Ayuntamiento de San Juan del Puerto, acompañando el acta celebrada por la municipalidad, Milicia Nacional y personas respetables, adhiriéndose al pronunciamiento, y acordó pasen los antecedentes a la comisión de armamento y defensa.
Lo mismo se acordó respecto a iguales comunicaciones que hacen los Ayuntamientos de Lucena del Puerto, Beas, Palos, Bonares, Redondela y Trigueros.”

En una comunicación posterior la Junta llama a los onubenses a las armas el 5 de julio, lo que debió ser secundado al menos por la Milicia Nacional local que no se había movilizado desde 1837, pero de la que tenemos constancia por el mismo Boletín. En junio de ese año, en el contexto de la Guerra Carlista, se cita un donativo para la invicta Bilbao en el que participan Ayuntamiento, clero, particulares y los “oficiales de la Milicia” el capitán Nicolás Garrido, el teniente José María Gómez y Vicente Regidor Menor, cuyo cargo no se cita, y que posiblemente permanecieran en sus puestos dada la ausencia de nuevos reemplazos.
Poco más podemos añadir a esto, aunque conocemos el final de la historia.
Entre el 18 y el 27 de Julio se produjo el bombardeo de Sevilla por los partidarios de Espartero con tropas venidas desde Cádiz al mando del General Van Halen, lo que debió causó gran conmoción en nuestra provincia que apoyó con tropas su defensa y amenazó con aplicar pena de muerte a los desertores.

Tras la retirada de Sevilla Espartero abandonó España el 30 de julio embarcando en un buque británico en el Puerto de Santa María.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Pobres de solemnidad

En aquellos años en que nos iniciábamos en la investigación en el Archivo Parroquial de Lucena del Puerto nos sorprendió la gran cantidad de pobres de solemnidad enterrados de limosnas en el hospital de la Quinta Angustia. Se distinguían rápidamente porque a la izquierda del nombre de les rotulaba la palabra Misericordia, no pagaban funeral, y la hermandad se encargaba de su sepultura en la ermita y decirles una misa de réquiem. Andados los años descubrimos que el ritual era más complejo, puesto que entre las obligaciones de los hermanos se encontraban el transporte en parihuelas de los cadáveres y el acompañamiento con las hachas (teas encendidas) hasta la sepultura.
Declaración de Pobreza de Diego de Gálvez
No tardamos en descubrir la absoluta desigualdad ante la vida y la muerte de los habitantes de nuestra localidad. La pobreza en el mundo rural y en la sociedad del Antiguo Régimen es estructural, consustancial a una tierra desigualmente repartida y a un mundo en que vales lo que eres o tienes. Es entonces, cuando cobraron sentido algunos de los mecanismos bien conocidos de caridad, pública o privada presenten en nuestra localidad.
Las actas de la hermandad de la Misericordia están plagadas de dotes a doncellas pobres, crianza de expósitos (niños abandonados) y repartos de carne y trigo, en épocas de necesidad y en festivos, especialmente las tres Pascuas. También incluían ropas a pobres vergonzantes, mujeres, huérfanos y viudas, y, en menor medida, ancianos e impedidos. El Cabildo no le andaba a la zaga, pero sus medidas estaban más destinadas al socorro de calamidades públicas, hambres y enfermedades, mediante el pósito (banco de trigo), aunque la intervención en la década de los ochenta del siglo XVI de la hermandad, alegando ser un patronato de legos, permitió al municipio actuar con más contundencia. Desde 1584 el Consejo de Lucena nombra a los “priostes”, mayordomos o administradores, uno lego y otro eclesiástico, que deben rendir cuentas a los regidores, y a partir de este momento las actas capitulares recogen actos de caridad como el ejemplo que traemos de 1632:

“por quanto algunos probes bergonsantes de este lugar tienen mucha nesesidad, para acudirles, mandaron y acordaron que del ospital de la Misericordia de este lugar se les de a cada uno dos reales de limosna.
Y los probes que son y quanto se les a de dar es como sigue: a Francisco Díaz, dos reales, a Leonor González, un real, a su madre, de Juan Ruiz, un real, a Leonor Díaz, un real, a Mensia de Bega, un real, a Isabel de Hordaz, un real, a Isabel Masías, un real, Constanza Márquez, la de Alonso Ruiz, un real, Francisca Martín, un real, a Juana Martín, un real, Ysabel Martín y su hija, dos reales, la del Herrador, un real, Elvira, la coxa, un real, Antona Martín, viuda, dos reales, a la casada, un real, a las sobrinas de Antón Suárez, dos reales, la soltera, un real, Catalina Díaz, un real, la Marciana, un real, Francisca de Bonares, un real, y la chicharilla, un real, la mujer de Pedro Martín de Beas, un real........”

En el siglo XVIII, recuperado el carácter religioso de la hermandad y expulsados los regidores de su gobierno, cambian los intervinientes, pero no el sentido de los acuerdos como puede observarse en uno de las actas de diciembre de 1741:

“dixeron que en atenzión a que el año próximo pasado se dio de limosna en esta próxima pasqua de Navidad ocho fanegas de trigo amasado y siento y veinte libras de carne de puerco a toda la pobrea y vezindario, en la misma conformidad se de este año de la fecha por el día primero de Pasqua....”

El acuerdo de 18 de Diciembre de 1766, un año especialmente malo por las “copiosas lluvias”, recoge donativos de ropa a medio centenar de viudas y huérfanas, y unos pocos ancianos impedidos y de mucha edad:

“Y asimismo, acordaron que el dicho administrador compre a María Gertrudis Fernández, de estado honesta huérfana y pobre, una saia de anascote negro con sus correspondientes aforros de olandilla; a Francisca de la Cruz, viuda, anciana y pobre, otra salla de dicha especie con los mismos aforros = A Ana Vicenta Pérez, de estado honesta y pobre, un manto de dicha especie = A Teresa Molina, viuda y pobre un manto de dicho género = A Isabel Herrera, viuda y pobre, unas enaguas de balleta buena común con sus correspondientes aforros de lienzo ancho y a Juana Ximénez, su hija, otras enaguas de dicha especie con sus aforros= A Francisca Pérez .....”

Además el mismo acta recoge el nombramiento de maestro de primeras letras, con cargo a la obra pía, y entregas de entre 80 y 40 reales a cinco mujeres casadas “por su general desnudez” y a una de ellas, María Vicano, mujer de Diego Pulido “por aver reconocido se ha puesto en estado  con mucha pobreza y miseria, que con recibos legítimos de su marido se le abonarán y harán buenos”, es decir, se casó pobre y sin dote.

Las condiciones de vida no parece que mejoraron a lo largo de este siglo, más al contrario. El padrón de 1719, denominado “calle Hita”, realizado casa por casa, entre 73 unidades familiares recoge siete viudas a las que se declaran pobres, seguramente a efectos fiscales, pero sólo una de ellas, con dos hijos, vive de limosnas. Estas unidades familiares, con otra compuesta por el impedido Pedro Martín de Burgos y María Tomasina, que también viven de limosnas, representan un 10,95  por ciento del total de los empadronados. Claro está que esto solo incluye a los muy pobres, los de solemnidad, y deja fuera a los pobres y a los braceros que no distaban mucho de los anteriores.
Pese a la abundancia de testimonios y el conocimiento directo de los entornos familiares, seguimos sabiendo poco de las condiciones de vida de este grupo tan numeroso. La razón es obvia, no intervienen en documentos, y cuando lo hacen, la enfermedad o la inmediatez de la muerte es su causa o lo hace la justica en su nombre.
Este es el caso de Mencia de Vega, que ya aparece en la relación de donativos de 1632, mujer de Marcial Quintero, que superó la edad de 75 años y murió sola. Por ello, la justicia levantó inventario de sus bienes cuyo escritura es el más breve de todas las encontradas:

“En 30 de mayo de 1634 murió Mensia de Bega. Quedaron por su fin y muerte los bienes siguientes:
Las casas de su morada en la calle del Castillo, linde Ysabel Hernández. Una caja de madera basía y una banca de quatro pies e un asnado de castaño = Una manto de anascote y una saya de cordonsillo = El serrojo de la puerta y unas baratijas en la caja. De estos bienes hiso ymbentario el lisenciado Calle, Alcalde de Niebla. Fue depositario de ellos, Alonso Martín Garrochena, vezino de este lugar....”

El matrimonio de esta mujer se alargó la friolera de 49 años con su pareja, que murió solo unos años antes, y tuvo nueve hijos de los cuales solo le sobrevivió uno, Francisco de Vega, que pese a que permaneció en la localidad, no se encontraba presente en el momento de su muerte. No tiene ni cama en sentido estricto, suplida por una banca de cuatro pies, sin ropa, ni mantas con las que abrigarse.
El caso de Diego Gálvez, alfarero, de ascendencia portuguesa, es similar. Viendo próxima su muerte realiza una declaración que suple al testamento y hace las veces de última voluntad:

“.....Y themiendome de la muerte que es cosa sierta a toda criatura umana y su ora verdadera, deseando estar prevenido para quando Dios nuestro señor fuese servido sacarme de esta presente vida y poner mi alma en carrera de salvación. Por tanto, por la presente declaro soi pobre de solemnidad y que no tengo bienes algunos de que poder tastar más que tan solamente los que se allaren en mi quarto para mi adorno y los peltrechos de mi ofisio de alfaarero que tengo por cierto no equibalen con mucho a pagar y satisfacer las deudas que tengo, por cuia razón suplico al presente escribano que en atención al cariño que siempre le e tenido y lo que e procurado de servirle me haga enterrar de limosna en el sitio, parte y lugar que quisiere y haga desir por mi alma las misas que fueren de su voluntad conforme confio y espero de su gran caridad, y para en el caso de tocarme alguna porzión de herenzia de mis padres, o de otra persona alguna, ynstituio, dexo y nombro por mis únicos y unibersales herederos en todos mis derechos y acciones y futuras subseziones a María Josepha, mi hija lexitima y de Agueda Cumbrera, mi lexitima mujer, y al póstumo de que se alla ensinta la dicha mi mujer, para que después de pagados mis deudas y satisfechos los gastos de mi entierro y demás que sea necesario, lo demás que quedare, lo aia la dicha mi hija y el póstumo saliere a luz con la bendición de Dios y la mía, y que me encomienden a Dios Nuestro Señor, todo lo qual declaro para el descargo de mi conciencia…..”


La pareja se casó en Lucena el 30 de abril de 1738. Diego Gálvez es hijo de Diego Gálvez y Josefa Villalobos, portugueses cuyo conocimiento delata una presencia larga en la localidad. Águeda Cumbrera era natural de Rociana del Condado y viuda de Juan de Monjas. Diego Muere el 25 de Octubre de 1740, dos días después del instrumento. Los hijos le siguieron Josefa de Jesús, nacida el 23-02-1739, y citada como María Josefa, el 2 de septiembre de 1742, y el hijo póstumo, llamado Diego Manuel José, nacido el 1 de febrero de 1741, el 30 de marzo de 1741, con menos de dos meses de vida. A partir de este momento nada sabemos de su mujer, que debió volver a Rociana con su familia, ni de sus bienes.

Ninguno de ellos aparece antes de este instrumento en las relaciones de pobres, ni entre los exentos de los padrones. La delgada línea de la pobreza se traspasa rápidamente en la sociedad del Antiguo Régimen.

jueves, 24 de noviembre de 2016

La danza de las espadas y sagrarones.

En un total de trece poblaciones onubenses se ejecutan actualmente danzas, todas ellas ubicadas en el Andévalo, once, y la sierra, dos. Las danzas son referentes de rituales religioso-festivos que poseen un carácter ritual asociado al valor identitario de grupo, en el sentido local, y de género, ya que son interpretadas por hombres. En once poblaciones las danzas poseen advocaciones marianas o de santos, y sólo en una, en Cumbres Mayores, se ejecuta el Corpus Christi.


Las referencias locales que poseemos sobre el desarrollo en nuestra localidad tienen lugar en esta última celebración, el Corpus, con la particularidad que las fechas son anteriores a los testimonios que se poseen en estas poblaciones que son del siglo XVII y XVIII. En un cuadernillo de actas capitulares conservado en el Archivo de Protocolos Notariales, se recoge el siguiente testimonio fechado el 3 de junio de 1556:

“... mandaron estos señores lleve el Santísimo Sacramento ambos Alcaldes y Gonzalo Hernández y Juan Díaz, regidores.
Mandaron lleben las varas del palio Esteban Martín Fraile, y Antón Domínguez Ambrosio, y Alonso Domínguez Carrasco, y Alonso Roldán, el moço, e su suegro/ Lleben las hachas, Cristóbal Pérez, y Alonso Díaz, y Juan Caballero, y Francisco Díaz Pito.
Y mandaron estos señores se hagan dos danças, una de espadas y otra de sagrarones, y para esto se gaste lo que fuere razón y se reparta por juntas conforme a los autos pasados,  por qué los señores Alcaldes lo mandaran pagar según se suele hazer otros años.
Mandaron esto señores ninguno vaya fuera del pueblo el día del Corpus Cristi, so pena de tres reales de pena el que lo contrario hiziere y asimismo se mandó se traygan ramos y junzia los vezinos de las calles por donde va el Santísimo Sacramento, y por do suele ir se adorne bien según se suele hazer otros años y se tiene por costumbre.”.

Desconocemos el significado de la danza de los sagrarones, tal vez una denominación local que puede hacer alusión a sagrario, pero en cualquier caso parece evidente que estas manifestaciones no se circunscribían sólo al oeste y norte provincial. Los rasgos comunes a todas ellas son el carácter masculino de los danzantes, el acompañamiento de la flauta y el tamboril, con sones cortos y reiterativos, y la utilización de los instrumentos que las denominan, cascabeles, palos, espadas, garrotas, arcos o palillos.

La danza más próxima a la nuestra es también la más antigua de la que se posee constancia (1630), la danza del Corpus de Cumbres Mayores, organizada por la Hermandad del Santísimo Sacramento que corría con los gastos. Como quiera que  nuestra localidad tenía una hermandad de estas características es posible que tuviera alguna relación con ella, aunque ésta sufrió numerosos altibajos a lo largo de la historia. Aunque desconocemos todo lo referente a estas manifestaciones, no debieron andar muy alejadas de las que actualmente se ejecutan por la geografía onubense
El resto de los municipios donde se continúan celebrando danzas con El Almendro, Alosno, Cabezas Rubias, El Cerro de Andévalo, Cumbres Mayores, Hinojales, La Puebla de Guzmán, San Bartolomé de la torre, Sanlúcar de Guadiana, San Silvestre de Guzmán, Villanueva de las Cruces, y Villablanca y Villanueva de los Castillejos.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Bartolomé Rodríguez, tratante de carbón.

Probablemente antes de pisar Lucena Bartolomé Rodríguez no se había dedicado al comercio, ni había trabajado el Carbón. Era natural de Villarrasa, según el acta de matrimonio que tuvo lugar en la parroquia de San Vicente el 9 de abril de 1584 con la viuda Isabel García, hija de Diego Martín Camacho, uno de los mayores tratantes de la zona, y cuñado de Hernando Rodríguez Camacho, también comerciante, copropietario del barco San Juan y apoderado de la familia en Cádiz y Puerto de Santa María.
Hornos de carbón
No sabemos nada de su situación antes del matrimonio. En Lucena, el capital de su mujer le debió proporcionar una buena posición económica. La dote de ella alcanzó los 155.797 maravedíes, una suma importante, más de 4.500 reales, que incluían 3000 cepas de viña en el Hornillo y “un pedaço de manzanal en el pago del Gelo” que, a tenor de otras descripciones, debía rondar las tres fanegas y media. Ambas fincas sólo bebían ser un complemento, pues debió dedicarse a la actividad familiar hasta la muerte de su suegro en torno al año 1587.
La actividad mercantil de los Camacho durante estos primeros años es muy importante. El testamento de su suegro, que no se muestra especialmente activo en los contratos, recoge importantes débitos de carbón, compra de cepa, elaboración de hornos, y ventas de carbón, vino, y arenques, que incluyen a los arsenales del Rey en el Puerto de Santa María, y destacan la labor de su cuñado Hernando en este puerto y su provincia. Tras la muerte del suegro, la sociedad se disolvió y liquidaron cuentas de concordia en 1589 en dos escrituras sucesivas, entre ambos, y entre Hernando y la heredera de Marina la otra hermana, llamada Catalina, cuya tutela tenía Bartolomé. Desde 1587 ambos otorgan escrituras por separado aunque mantendrán lazos de mutua colaboración.

Compras de Carbón en escrituras públicas por  Bartolomé Rodríguez.

Años
Contratos
Carretadas
Valor Reales
Precio medio
Precio Baldíos
Precio vado
1587
1
8
220
27,5
27,5
-
1589
8
36
922,5
25,6
22-25
48-55
1590
10
75
2425
32,3
30-31
52
1591
17
116 y 2 costales
3549
30,5
22-29
55
1592
16
144 y 5 costales
2599,5
18
22-29
55
1593
4
8
192
24
24
-
1594
10
89
3169
35,6
24-60
43-64
Total
66
476
13.077
27,4
-
-

Ventas de Carbón en Escrituras públicas por Bartolomé Rodríguez.

Años
Carretadas
Reales
Precio
carretada
1587
35
220
55
1589
30
1440
48
1590
Todo (*)
-
55
1591
46
2530
55
Total
111
4190
-

(*) Todo el carbón  que hiciere o comprare.

La importancia del carbón y los capitales movilizados por un solo comerciante ofrecen un buen testimonio de la magnitud de este tráfico en el puerto de Lucena y en toda la rivera del Tinto, aunque no permiten vislumbrar toda su importancia, puesto que no recoge la totalidad del mismo por razón de las singulares características de la propia mercancía. Y es que, movilizar esta riqueza requería de una amplia logística y una sólida base de capital que no se encontraban al alcance de cualquiera, además de poseer los contactos locales y foráneos. En este periodo el carbón se negocia de cuatro maneras, todas ellas utilizadas por nuestro comerciante:

a)  Puesto debajo de verga: el carbón más caro, ya que el comprador no se ocupa de nada, ni de cargarlo, que corre por cuenta del carbonero. Los precios de este carbón rondan los 55 reales a la compra y los 70 a la venta, por lo que se negocia normalmente un adelanto de la mitad de la cuantía. El beneficio debió rondar según nuestras estimaciones entre un 20 y un 30 por ciento del total del precio.

b) Contado: El carbón más barato, los que no han concertado previamente compradores o les sobra acuden al vado de Marisuarez a la ventura y lo venden al precio que pueden o según la demanda. Obviamente no requiere escritura, y el segundo testamento de Rodríguez registra no menos de una decena de deudas de adelantos de este tipo sin escritura, que podrían ser muchas más puesto que, en algunos casos, sólo de consigna el capital sin especificar el origen.

c) Al pilé de olla: el carbonero busca la cepa y elabora los hornos, y el comprador adquiere el carbón terminado y es él quien se encarga del transporte, carga y vigilancia del mismo. Es la modalidad más habitual y su precio depende mucho del lugar donde se hace, ya que el valor de compra se sitúa entre los 2 y 2,5 ducados (22/27,5 reales) y lo que varía es el transporte. El precio de los fletes pagados de 13 carretadas y 13 costales desde los baldíos de Moguer, declarados en el segundo testamento de Bartolomé Rodríguez, osciló entre 10 y 15 reales carretada, a lo que habría que sumar algo menos de un real de carga y otro de  vigilancia, dependiendo de la cantidad de carbón depositada. El precio total de compra de esta modalidad debió rondar entre 34 y los 44 reales, lo que supone un beneficio de entre un 37 y un 50 por ciento. En el segundo testamento, de 1597, declara cuentas con nada menos que cuatro carreteros.

d) A jornal: El comprador adquiere la cepa y la entrega a un carbonero que “se alquila” para beneficiarla a un precio fijo de 24 reales. Es la modalidad más utilizada por Rodríguez que adquiere en 1592 en compañía de Juan de la Cruz, vecino de Moguer, 100 cargas en los montes baldíos de la villa de Moguer a precio de seis reales carretada. El beneficio en este caso debió ser algo menor, puesto que habría que sumar el precio de la cepa a los costes anteriores, de entre un 28 y un 40 por ciento del precio de venta, pero por el contrario, dada la escasez de cepa en los baldíos, el comerciante se asegura el suministro, que no es poco.

No tenemos constancia en este periodo hornos propios de Bartolomé Rodríguez, aunque alguno debió heredar se su suegro,  que declara varios en su testamento de 1587. La actividad inicial tras la muerte de este fue modesta, aunque podría estar encubierta, ya que la de su cuñado se solapa con la suya y con la del suegro, y no tenemos constancia de la disolución de la empresa familiar a pesar de los negocios propios de Hernando hasta 1590.
En 1589 las dos escrituras de concordia que hemos citado anteriormente sugieren el finiquito entre ambos cuñados, pero de nuevo en 1590 llegan a un acuerdo por el que Rodríguez entregará “todo el carbón que hiciere o comprare en un año, embarcado y escobonado”  a precio de 5 ducados (55 reales). Ese mismo año adquiere cepa en Moguer que otorga a varios vecinos de Lucena para cumplir el contrato. Las compras de Bartolomé ascienden, y a partir de este momento, duplican los contratos anteriores.
El acuerdo se rompe antes del año. En abril de 1591 ambos cuñados finiquitan la nueva sociedad con un saldo favorable a Hernando de 230 ducados, una pequeña fortuna de 2530 reales que Bartolomé se compromete a saldar en carbón con 46 carretadas pagadas a su costa en el vado al precio acordado anteriormente. Bartolomé no registra más contratos propios de venta, aunque traba relación y compra cepa con Juan de la Cruz y Cristóbal Díaz Rengel, vecinos de Moguer, y el segundo natural de Lucena, con los que mantiene cuentas aparte según el tráfico de carretas que declaran entre ellos.
Su actividad desciende de nuevo mucho entre 1593 y 1594 a pesar de la cepa comprada, lo que sólo podría ser explicado por enfermedad. El primer testamento, de mayo de 1594, lo corrobora, pero sigue declarando deudas a su favor de carbón y trigo, y de nuevo manifiesta:

“... que yo e tenido, e tengo, quentas y otros negocios con Hernando Rodríguez Camacho, mi cuñado, vezino deste lugar de Luçena, de carvón y otras cosas que le doi y e dado, y de dinero que el me a dado para ello, y por el mes de abril proximo pasado de este presente año de noventa y quatro, hezimos ambos nuestras quentas y me alcalçó el dicho Hernando Rodríguez Camacho por dos mill e quatrozientos reales de los quales le hize un conocimiento que está y estuvo en su poder.  E después de esto e recibido del susodicho Hernando Rodríguez Camacho cinquenta ducados que por su orden y mandamiento me dio Pedro de Anguiano, vezino de Guelva, de que di carta de pago al dicho Pedro de Anguiano, y más veinte ducados que cobré de Cristobal de Maia, vezino e regidor de la villa de San Juan del Puerto, y dello di carta de pago; y más catorze ducados que el dicho Hernando Rodríguez pagó a un vezino de Almonte en quenta de çierto carbón de caña de alcornoque.  E para en quenta de todo este dinero e embiado, e dado, al dicho Hernando Rodríguez Camacho veinte y un carretadas de carvón de medida, las seis, i seis costales de lana a presçio de a cinquenta y nueve reales cada uno, puestas en el río de Luçena, y las quinze carretadas más seis costales de carbón de humo a presçio de cinco ducados cada una puestas en el río, e lo demás restante le debo...”

Bartolomé Rodríguez no aparece a partir de 1594 en más contratos de carbón. En su primer testamento declara que tiene muchas “quentas de carvón con vezinos deste lugar, e de Roziana, y otras partes, de que me tienen muchos dellos escripturas otorgadas de obligazión;  digo que lo que me deben es lo que está escripto en un libro que tengo de quentas, lo qual esta escripto de mi letra y de letra de Esteban Rodríguez, clérigo....”.  En el mismo documento alude a un memorial de trigo escrito también por Esteban Rodríguez, para que lo cobren sus herederos.
Sobrevivió a estos primeros achaques y realizó un segundo testamento en 1597 donde declaró deudas a su favor de 41 vecinos de Lucena, Valverde y Rociana por valor de  131 carretadas y mucho dinero en metálico. Tenía en el embarcadero tres carretadas de Carbón para cargar. No nos constan, en ninguno de los documentos manejados contratos de trigo, cebada, lana, o vino que debían hacerse de contado.
Al menos uno de sus hijos, tuvo dos con Isabel, Diego y Felipe, siguió en el negocio a  partir de 1610. Era conocido como su abuelo paterno, Felipe Santos, y nacido en 1589 por lo que se inicia como tratante a la edad de 21 años.



jueves, 10 de noviembre de 2016

Miguel de Cervantes en un documento inédito de 1593 en las escrituras de Lucena del Puerto del Archivo de Protocolos Notariales de Moguer.

Son conocidas las andanzas andaluzas de Miguel de Cervantes como recaudador de impuestos desde 1587 a las órdenes primero de Antonio de Guevara, y después de Miguel de Oviedo. En este cometido, de la mano de este último, recibió la encomienda de recaudar 30.000 fanegas de trigo en la jurisdicción de la ciudad de Sevilla y doce leguas a la redonda que incluían las villas de Villalba del Alcor, Bollullos, Paterna, Escacena, Hinojos, Almonte, La Palma, Manzanilla, Beas y la tierra de Niebla.
Una de las citas de Cervantes en el documento citado
El cupo del Condado, según José Luis Gozálvez Escobar, se concretó en 600 fanegas que fueron repartidas entre Villarrasa, Bonares, Lucena, Rociana, Valverde, Calañas, Villanueva de las Cruces, Santa Bárbara, Cabezas Rubias y Niebla. Forman parte de esta partida las 24 fanegas de trigo limpio sin mezcla que se recaudan en Lucena del Puerto, cuyo texto íntegro transcribimos a continuación:

“Sepan quantos esta carta vieren como nos, Gonçalo Hernández, Alcalde, y Bartolomé Rodríguez, y Gonzalo Roldán, regidores, Consejo, Justisia e Regimyento deste lugar de Luçena del Puerto, estando ayuntados, otorgamos y conosemos por esta carta que nos obligamos de dar y entregar, y daremos y entregaremos al Rey, nuestro señor, e a Myguel de Obiedo, provedor de las galeras de España, y beedor, y contador de las provisiones del Andalucía, y a Myguel de Serbantes, en su nombre, o a la persona que en nombre de su Magestad lo aya de aber, es a saber, veynte y quatro fanegas de trigo puro sin sebada ny otra nenguna semilla, bueno de dar e resibir en cámaras eneste dicho lugar, a nuestra costa, para la provisión de las galeras de España, de oy día de la fecha desta, en dose días primeros siguientes. Las quales dichas veynte y quatro fanegas de trigo entregaremos luego que se paguen, a rasón de a catorse reales cada una fanega, que es la tasa que el Rey, nuestro señor, manda se pague conforme a la Real Plematica (sic). Y si al dicho plaso no entregáremos las dichas veynte y quatro fanegas de trigo y por ellas se detubiere la persona o personas que binyeren con el dinero para la paga del, por cada un día que se detubiere, pagaremos dose reales de salario a la tal persona por cada uno de los dichos días. Y pueda complar las dichas veynte y quatro fanegas de trigo en las partes y lugares donde la hallare, y al presio, o presios, que le paresiere, y por lo que más costaren de los dichos catorse reales, apremyarnos como por mandato y a boz de su Magestad. Y para que así lo complaremos y pagasemos, ogligamos nuestras personas y bienes habidos y por haber, y damos poder para la ejecusión dello a las justisias del Rey, Nuestro Señor, de qualesquier partes que sean, espesial y señaladamente nos sometemos al dicho poveedor Myguel de Obiedo y Myguel de Serbantes, para que ellos nos apremyen a la paga e complymiento de lo contenydo enesta escritura. E renunsiamos nuestro propio fuero, jurisdisión e domesilio, e bensindad, e las leyes e combenyos de jurisdisión en onnion júdicum, e la nueba plematica que habla sobre las somysiones como en ellas se contienen, para que por todo rigor de derecho nos compelan y apremyen a la paga (del- Tachado-) y complimiento de lo dicho es, como por sentensia defenytiba de jues competente, pasada en cosa jusgada, serca de lo qual, renunsiamos las leyes, fueros y derechos de nuetrso fabor i la ley y regla del derecho que dise que general renunsiasión de leyes fecha, non bala. Fecha la carta en el lugar de Lucena en veynte y ocho días del mes de julio de myll quinyentos y noventa y tres años, y los dichos otorgantes, que yo el escribano de yuso escrito doy fe que conosco, lo firmaron. Testigos Hernando Rodríguez Camacho, y Diego Alonso Barriga, y Felipe Hernández, vezinos deste lugar de Lucena. Va tachado del, e no vala”

Rubricas de Gonzalo Hernández, Bartolomé Rodríguez y Gonzalo Roldán
Ante Pedro Martín Escribano público.
Sin derechos, y por verdad que no llevé derechos ningunos desta escriptura pública, lo firmé Pedro Martín.

Por otros ejemplos similares, sabemos que los documentos de recaudación se asentaban en las Actas Capitulares de los municipios para dar fe de su cumplimiento. Este es el caso del único documento rubricado por Cervantes que ha llegado hasta nosotros, conservado en el archivo Histórico de la Palma del Condado en un acta capitular de julio de 1593. En Lucena del Puerto no se han conservado actas de esta fecha, las más cercanas son de 1596, pero el persistente déficit de trigo de la comarca, y la época, se han aliado con nosotros para transmitirnos el testimonio fehaciente de la visita del autor del Quijote.
En efecto, la protocolización del acuerdo de recaudación, que es un documento de obligación de pago, está motivada por la ausencia de trigo para entregar, lo que obliga a buscarlo al precio de la tasa, donde se hallare, y motiva que los regidores avalen con sus personas y bienes el pago en el plazo de 12 días. Este es el sentido del documento, y su explicación, y como tal, es firmado y avalado en presencia de testigos por dos regidores y uno de los Alcaldes Ordinarios, probablemente los que se hallaron presentes, y tal vez, sin requerir presencia física ni concurso del recaudador, puesto que quedan obligados por su firma.
En este sentido hemos de matizar que, en nuestro caso, que no es el mismo que el de la campiña onubense, no nos consta que fueran años especialmente malos según las series parroquiales, aunque hemos de reconocer la gran carencia de documentación de este periodo. El déficit de cereales del Condado meridional es estructural, cubierto en parte por la importación de grano ultramarino en los puertos fluviales, en parte por las importaciones de la campiña próxima de San Juan del Puerto, Beas o Trigueros. La falta de trigos es pues lo habitual, aún en fechas tan próximas a la cosecha como las que nos ocupan, y no parece que hubo mayores problemas para la recaudación, apenas unos meses después, en diciembre, de otras 24 fanegas de trigo  y 12 de cebada para la armada de la guarda de las Indias que recauda el proveedor Cristóbal de Barros, con el que Cervantes aparece también relacionado, aunque no está entre los otorgantes de este último documento.
Según el historiador José Cabello Núñez, en varios documentos hasta hace poco inéditos del Archivo General de Indias, Barros faculta a Cervantes para sacar 5000 fanegas de trigo, 500 de cebada, 400 de garbanzos, 400 de habas y 300 quintales de queso para el abastecimiento de la armada de Indias. Cabello aporta además el dato que entre febrero y abril de 1593 nuestro autor se ocupó de recaudar una parte de ellas en la campiña sevillana y Cádiz, en concreto en Osuna, Morón, Villamartín, Arahal, Carmona y otras poblaciones.
En este segundo documento, insistimos en el que no aparece citado Cervantes, Bartolomé Díaz, Alcalde Ordinario, se constituye en depositario del grano recaudado “oi dicho día” (11-12-1593) por Gregorio Muñoz de Medrano y Diego de Valcarcel (sic), también comisionados como el mismo Cervantes. La razón de que no aparezca en este segundo documento, parece ser, la muerte de su padre en Octubre, aunque todavía desempeñó encargos para Miguel de Oviedo en 1594, y es posible que pudiera aparecer en alguna otra documentación de archivo.
De los 15 legajos originales conocidos que, siguiendo al historiador y amigo José Luis Gozálvez existían en la provincia de Huelva, sólo quedaban 6 piezas en 1950, según certificaba entonces la revista Astrana Marín, que cita a las localidades de Villalba del Alcor, Bollullos y La Palma del Condado como sus depositarias. A día de hoy sólo el archivo Histórico de la Palma del Condado posee este tesoro entre sus Actas Capitulares, en concreto en la sesión de 25 de julio de 1593, tres días antes de nuestro documento, y con los mismos intervinientes. Este documento cuenta con la única firma original de Miguel de Cervantes que se conserva en los archivos onubenses por el momento. Desde hoy, contamos con otro manuscrito que añadir a nuestro rico patrimonio con el que manifestar, como no, que Cervantes estuvo aquí, y dejó su huella. 



sábado, 5 de noviembre de 2016

El bordado de Miguel de Peñaranda

El 13 de septiembre de 1592 Antón Martín Hilazo, mayordomo de la fábrica de la Iglesia Parroquial de San Vicente Mártir, y Alcalde Ordinario de la localidad, otorga carta de obligación por 24 ducados (264 reales) a Juan Pérez, bordador, vecino de ciudad de Sevilla en la collación de Santa Cruz, por razón de,

dos asanefas vordadas sin oro de razo cortado carmesí e un capillo e petoral (razo qual que están asentadas, -entre líneas-) que Myguel de Peñaaranda, vordador, vezino de Sevilla, hizo para una capa para la dicha iglesia deste lugar de Luçena. Las quales dichas dos asanefas, capillo e petoral me dio y entregó a mí, el dicho Antón Martín, mayordomo, el dicho Juan Pérez, e yo las recibí por virtud de un mandamiento del Provisor de la Sata Iglesia de Sevilla, su fecha del dicho mandamiento a quatro deste presente mes de septiembre deste presente año de la fecha desta carta.....”

Imagen de bordado de la época
Miguel de Peñaranda era uno de los maestros bordadores “más sobresalientes y destacados de la Sevilla de fines del siglo XVI” (Santos Márquez, 2009-2010), hijo del segundo interviniente, Juan Pérez, alguacil de Villanueva de Barcarrota (Badajoz), y hermano de Francisco de Peñaranda, también bordador y comerciante de paños (Rodríguez-Moñigo, 1945). Tenemos al menos una referencia  documental más de sus trabajos en un encargo que hizo para la iglesia de parroquial de San Sebastián de Cañete (Málaga) en 1597, por los trabajos del ya citado Santos Márquez, en este caso, para la confección de un velo bordado en seda y oro para un paño de difuntos de terciopelo negro, que desgraciadamente no se ha conservado.
En nuestro caso, tampoco conocemos si su trabajo se ha conservado en nuestra parroquia. Las capas y los capillos se perdieron todos, pero no sería extraño que algunas de sus partes, si eran de calidad, fueran reaprovechadas y el pectoral podría encontrarse entre los que han sobrevivido.

En el inventario de 1730 se citan varias capas de damasco rojo y blanco, con sus cenefas en colorado, una de las cuales “fallezió y de lo que ubo bueno se iso un frontal para el manto”; de otra morada se sacó un paño para el púlpito, según nota de 1781. En el mismo documento se describen tres cenefas sueltas para el adorno de los monumentos y numerosos corporales que podrían contener cualquiera de estos elementos. La investigación dirá en el futuro, y dado que no somos especialistas en una materia que desconocemos absolutamente, la posible búsqueda de estos elementos la dejamos para mejores plumas.

domingo, 23 de octubre de 2016

El catastrófico año de 1708.

Tenemos constancia a través de las fuentes locales de huracanes, nevadas, terremotos y catástrofes varias, pero de ninguna de ellas poseemos relatos de primera mano como el que nos ofrece uno de los libros de bautismo de la parroquia de mano de Fray Bartolomé de Santa María, al que hemos aludido en numerosas ocasiones. No es el único testimonio al respecto, tanto a nivel general, como local, y aprovecho una petición que se me ha hecho para rescatarlo en esta entrada.
 
Paisaje inundado
“Anno de 1.708.

En el nombre del Pa(dre) e del Fijo e del Espíritu Santo que son tres personas distintas y un sólo Dios verdadero, (y de la Virgen María), mi Madre, y de mi Padre San Jerónimo. Doy noticia eneste libro de bautismo a los siglos venideros de las afliciones y cosas memorables que los hijos de Adán an experimentado enestos miserables tiempos, y principalmente nuestra España, a quién justisimamente castiga la Magestad Divina por los muchos pecados que contra un Dios tan bueno cometemos. Para que nuestros sucesores escarmienten en nuestras cabezas, i viban ajustadamente  pidiendo a Dios perdón de sus culpas y pecados, tomando por medio a su santísima Madre, por medio de su Santísimo Rosario, pues por esta santísima devoción y interçesión de tal señora, no está ia el mundo acabado y España llena de Herejes; porq(ué) lo dixeron los demonios por voca de un endemoniado. Prosigo las calamidades deste presente anno de mil setecientos y ocho que es como se siguen:
Fay Bartolomé de Santa María, cura de esta iglesia del sennor san Vicente Mártir, deste lugar de Lucena del Puerto, monge profeso de Nuestra Sennora de la Luz del Horden de San Gerónimo, predicador y notario apostólico, hago saber a los futuros siglos que reinando en las Iglesia nuestro muy Santo Padre Clemente Duodécimo. En el Imperio Joseph Ignacio de Austria, en España el constante y Católico rey Fhelipo Quinto. En Francia el Christianísimo rey Luis Quarto Décimo. Arçobispo de Toledo, Primado de las Españas, el eminentísimo Don Luis Portocarrero y en Sevilla el Excelentísimo sennor don Manuel de Arias. Duque de Medina Sidonia en excelentísimo sennor don Juan Pérez de Guzmán El Bueno y muchas veces bueno caballeriso maior de Su Magestad. Estando toda Europa y Chistiandad metida en sangrientas guerras i procurando los herejes faborecidos de su Reina Ana, Reina de Inglaterra, suberter la Católica Religión, a quien en tan miserables tiempos faborece la Divina Magestad visiblemente, sin dexar por eso de castigarnos. Verificándose en tan soberana Magestad, lo del Padre y (Espíritu Santo) a sido servido de afligirnos eneste precente anno, demás de las guerras referidas, con tanta abundancia de aguas quales en el párrafo siguiente declara mi pluma.
Desde el segundo día de Pascua de Navidad del anno de 1.707 comensó a toldarse el cielo con nubes negras. Comenzaron las lluvias con tanta abundancia que fueron pocas las horas que los sublunares y habitadores de la tierra gosaron del Sol, padre de los vivientes, i cuentoló por horas porque los días fueron tan tristes y lluviosos que las gentes andaban espaboridas i los pobres tan sin remedio que desfallesían de hambre.
Aviendo salido de madre el río Tinto nueve vezes, con tanta abundancia que llegaron las aguas en la vega hasta donde los hombres de ochenta annos no avían visto llegar,  (las aguas Cre)cían tan alta(s) (que) llegaron a rebosar los poços, y en muchas casas se hicieron fuertes, dándole a las aguas egreso a las calles i saliendo de ellas como arroyos, con mucha pérdida de casas del dicho lugar.
En lo restante de las Andalucías sucedió lo mismo, i con más pérdidas, así de huracanes como inundaciones de ríos. En la ciudad de Sevilla llegó el rio Guadalquivir hasta adonde hasta este anno nunca avi(a) llegado, y fué tal la inundación de sus aguas que se embarcaban en la cuesta de Castillexa, y en el lugar del Algaba murieron muchas personas ahogadas.
La destrucción de arboledas y olivares a causa de los muchos aires fue(ron) muchas, i las pérdidas fueron de mucha entidad. En el mar se perdieron muchas envarcaciones sin poder los pobres navegantes escapar con la vida, demás de la pérdida de sus haciendas, pues todas las costas de mor la Torre del Oro y la Higuera se vían (sic) pobladas de cuerpos muertos, de votas de vino, aguardiente, mistelas, vacalao, tabacos, tozinos y destrozos, con tanta abundancia qual nunca se avía visto. Los trigos anegados, los pobres sin tener donde ganar un jornal, las casas caídas, pues en Sevilla, con las que mandaron derribar i las que derribaron las aguas, pasan de cuatro mil y quinientas casas con algunos templos y iglesias.
Y con esto las guerras más vibas y los pobres más afligidos, y los pechos más continuados, pues deje que murió nuestro santo y piadoso monarca Carlos segundo hasta el anno de mil setecientos y ocho, viendo muerto el de setecientos en dos de Diciembre (en realidad murió el 1 de noviembre) se vé España an (sic) las maiores tribulaciones quales no cuentan las historias. Dios les de mejores tiempos a nuestros sucesores, i que sepan con sus vidas mitigar la Divina Justicia que es la fuente de donde nos vienen tantas afliciones.
Las demás particularidades de estos tiempos, acasos y guerras, lo dexo a mejores plumas, como son las ignominias que los herejes de Inglaterra hicieron con las imágenes en el Puerto, en Valencia y Zaragoza. Los muchos trabajos que padeció el Condado de Niebla después que el Excelentísimo Sennor Duque de Osuna ganó Aserpa y Mora (Serpa y Moura), contento con referir por encima estas cosas. I por verdad, lo firmé, en Lucena del Puerto en diez y siete días del mes de Marzo desde preçente anno de mil setecientos y ocho.

                                                                       Fray Bartolomé de Santa María.

(Al borde del documento, con posterioridad a la anotación reitera el párroco )
"Fueron tantas las aguas, que el poso que está dentro de la yglisia cresió hasta los ladrillos del vrocal, que llegó a tanto estromo (sic) que se tocaban las aguas con un palo de vara y media, o con una muleta, que el día que no llovía no se augmentaba el agua más se estaba en sucer, y el río que llaman Tinto, que es que pasa por el vado, salió de madre 13 veses, cosa que ninguno de los nasidos vieron en aquellos annos ni se olló desir a los ansianos".

Conocemos por las crónicas sevillanas que en esta capital se arruinaron más de 500 casas y se abrieron dos calles de por medio, como si de un río se tratara. El río Guadalquivir, entre diciembre de 1707 y junio de 1708, se desbordó catorce veces, alcanzando niveles nunca conocidos hasta ese momento. El invierno de 1709 fue especialmente frío y la cosecha se retrasó en exceso. Y ya sabemos que significa esto en el Antiguo Régimen.
Las 22 defunciones de 1708 y las 29 de 1709 solo son de adultos, con muy pocos párvulos, lo que implica que casi con toda seguridad los muertos se duplicaron o triplicaron. En el vecino lugar de Bonares alcanzaron el número de 52 y 40 respectivamente, sin defectos de registro y con una población sólo algo mayor que la de nuestro municipio en este periodo.
No es difícil imaginar las consecuencias de este temporal en las pequeñas casas de barro y adobe, sin suelo, que caracterizaban a la localidad. Lluvias y vientos provocaron la ruina, “con mucha pérdida de casas”, a lo que debieron añadirse caminos y calles intransitables, barrizales convertidos en arroyos que impedían aun varios días después, acudir a los jornales. La cosecha se daba ya por perdida en marzo, aunque ya desde principios de año el Gobernador del Condado había prohibido la saca de trigo en toda la comarca en previsión de lo que habría de suceder. Después los municipios acuden  al socorro público con el trigo de los pósitos, la requisa de particulares y el trigo de la iglesia, y los intentos de compra de la mar que no debieron ser muy fructíferos. Y por si la situación no fuera lo bastante dramática, en el mismo mes de marzo tenemos constancia de  partidas de caballería recorriendo las poblaciones comarcanas y requisando todo lo que  encontraban para el suministro de la frontera.
Pero no acabaron aquí las cosas. Los ingleses se situaron en el Golfo de Cádiz con su flota impidiendo el tránsito de mercancías y presionando sobre las poblaciones de toda esta zona, especialmente la ciudad de Cádiz. Los portugueses alcanzaron en julio de 1708 la villa de Gibraleón con 9000 infantes y 3000 soldados de caballería, y desde allí, las proximidades de Beas y San Juan del Puerto, lo que provocó un pánico generalizado en la comarca y el abandono de las haciendas en busca de las murallas de Niebla. Ganados y enseres se pusieron a salvo, pero no así las maltrechas cosechas. No tenemos constancia de la llegada de enemigos a nuestra localidad y afortunadamente los portugueses no tardaron en replegarse hasta la Puebla de Guzmán y cruzaron de nuevo la frontera.
En 1710, un testimonio de vecindario calle hita, es decir casa por casa, deja pocas dudas de la situación:

“.... en cuanto al cumplimiento de lo que su excelencia manda, este cabildo y pueblo fuera muy afortunado en tener para la tan buena y precisa ayuda de Nuestro Rey y Soberano, que Dios nos guarde y conserve felices años en esta su monarchia, hay grande poblasión y de lo mas que su fina a dicho desea para este servicio, pero es muy notoria su cortedad y suma pobreza de sus vezindarios, no pasan de sinquenta y quatro, de los quales están hoy , en actual, sirviendo en las tropas de su Magestad, an de a caballo comod e infantería doze vecinos”.


Este número de vecinos implica una población de apenas 221 habitantes, el más bajo de toda la modernidad  (siglos XVI-XVIII).