martes, 24 de abril de 2018

La primera desamortización de Parchilena.


No es fácil reconstruir la historia de Santa María de la Luz de Parchilena entre la dominación francesa y la exclaustración (1812-1836) por la ausencia de documentación original. Es más, somos muy críticos con la escasa documentación existente, muy sesgada,  y con unas fuentes historiográficas que citan documentación original, que actualmente no existe, o no se localiza o está disponible, aunque tengamos constancia de su existencia.

Por eso tiene más valor el testimonio que presentamos a continuación, un simple documento administrativo de comparecencia y avecinamiento, que viene a probar la primera desamortización del monasterio. En efecto, en la documentación aneja a las actas capitulares aparece una petición fechada el 31 de diciembre de 1812 de Fray Juan de San Francisco, procurador mayor del “disuelto convento de la Luz y professo en él” por la que comparece y manifiesta que,

“.... es bien notorio no solamente en este pueblo, donde es conocido de todo el vecindario, sino de todos los pueblos comarcanos, y que su conducta es bien sabida es exemplar, según su estado, sin haber dado en el tiempo que permaneció en su monasterio la más leve nota, y por esta razón ha tenido y tiene a este vezindario mucho afecto, y por lo tanto desea que en el interin el explicado su monasterio, que se haya en este término, se le admita por vecino, para lo qual se obliga a satisfacer las cargas que devan sufrir los demás vecinos, y para ello se le haya de franquear el goze que assimismo tengan los referidos vezinos, pudiéndose aprovechar del término de este pueblo, lo que oido por los expresados señores de cabildo, y constándole que quanto lleva expuesto el referido Sr. Juan de San Francisco es cierto y verdadero, desde luego determinaron admitirlo por su vecino, haciéndole saver esta providencia, y que assimismo haya de tener casa sensada para poder gozar lo que con arreglo a derecho a Rs. Ordenes está prevenido....”

Parece obvio, por las fechas, que el monasterio se suprimió con arreglo al Decreto de 18 de agosto de 1809 de José Bonaparte, o lo que es lo mismo, durante el periodo de ocupación francesa, puesto que el decreto de las Cortes de Cádiz es posterior (13 de septiembre de 1813), y no se aplicó por el retorno inmediato de Fernando VII, aunque afectara a los monasterios suprimidos o destruidos por el invasor. La ocupación francesa y los combates en sus inmediaciones, se prolongaron, que sepamos, entre 1810 y agosto de 1812, momento este en que según el documento el monasterio estaba ya disuelto.
La solicitud de avecinamiento de su procurador mayor, responsable de los asuntos económicos de la casa, nos permite aventurar que algo esperaban los exclaustrados de la expulsión del invasor francés. La alusión al interín como periodo transitorio se refiere, sin lugar a dudas, a su deseo y la posibilidad de restitución de sus bienes y derechos, lo que ocurrió de hecho con la vuelta al absolutismo monárquico, aunque sabemos por otros documentos que aún en 1815 no se había completado.
Posteriormente, en 1822, la restitución de la legislación de las Cortes de Cádiz, y por tanto el Decreto de 1813 y un nuevo Decreto de 1 de octubre de 1820 que suprimió todos los monasterios de órdenes monacales, provocaron la segunda exclaustración, de la que tenemos noticias por el traslado de enseres e imágenes a la Iglesia de San Vicente en la documentación del Archivo Parroquial. Pese a ello, tampoco llegó a completarse, retornando los frailes con la vuelta al absolutismo, aunque de nuevo tampoco sabemos exactamente como tuvo lugar este proceso, ni siquiera si llegó a completarse.
Finalmente, los decretos de 1835 y 1836, acabaron, ahora sí, con la venta en pública subasta de todos los bienes de Parchilena, en un proceso largo que duró varios años y del cual poseemos el inventario de bienes del ya “suprimido” monasterio de la Luz, firmado por su último prior José Pascual Zúñiga. De este último documento sólo poseemos la transcripción realizada en el manuscrito anónimo titulado “El Monasterio de la Luz; su amanecer y ocaso” (Madrid en 1951), cuya fecha ignoramos, por lo que puede ser incluso anterior, ya que se relacionan algunos enseres que nos consta fueron trasladados en 1822 y no tenemos medio de comprobación.



martes, 10 de abril de 2018

Parchilena y América. Fray Alonso de Santo Domingo gobernador de Indias.


Tradicionalmente se han sostenido las relaciones de los jerónimos de Parchilena con América, especialmente en la primera época, en la etapa onubense, con base en las afirmaciones del padre Sigüenza y otros historiadores de la Orden, debido a la falta de documentación original. La proximidad a la monarquía española y la relativa “confianza” otorgada a sus frailes, primero por los Reyes Católicos y después por el Emperador Carlos y su hijo, proporcionan algunas pruebas, que son las que rescatamos a continuación.

Retratos de frailes jerónimos
Fray Alonso de Santo Domingo de Sisla, es considerado por los historiadores de la Orden y los americanistas como uno de los primeros gobernadores de Indias, aunque no ostentó nunca este título. Antes de este cometido fue seis años prior del Monasterio de Parchilena, otros seis del monasterio de la Victoria de Salamanca y cinco en San Juan de Ortega (pág. 839). Como quiera que los poderes para pasar a las Indias los recibió en 1515, debió ser uno de los primeros priores, puesto que la erección canónica de nuestro monasterio tuvo lugar en 1500 y sabemos que el primero de ellos fue Fray Juan de Siruela. Conocemos también que el nombramiento se recibió en el monasterio de Burgos, fuera del contacto de estas tierras.
Según Sigüenza, descubiertas la Isla de Santo Domingo (La Española) y Tierra Firme (Nueva España), y edificada la ciudad de La Isabela por Colón, comenzaron a llegar las quejas a España por el mal gobierno del descubridor y el maltrato a los indios por la encomiendas. Fernando el Católico, en calidad ya de regente, otorgó amplios poderes a fray Luis de Figueroa, a fray Bernardino de Manzanedo y a fray Alonso, que acudió en sustitución del prior de Buenavista (Sevilla), para quitar y poner justicias y oficiales, hacer leyes contra las encomiendas e instruir a los indios en la fe (753-754). En 1516, el Cardenal Cisneros y Adriano de Utrech  confirmaron estos poderes y se otorgó la licencia de embarque, llegando a La Española la víspera de la Navidad de 1518.
En realidad, como hemos adelantado, no recibieron el título de gobernadores, pero sí los poderes, por lo que inicialmente su actuación no recibió el rechazo de los españoles allí residentes.  Según relatan ellos mismos, realizaron pesquisas entre los españoles y entre los religiosos Dominicos y Franciscanos allí asentados, de pareceres e intereses contrapuestos, puesto que unos mantenían que los indios eran incapaces de gobernarse y de naturaleza holgazana, y los otros que era necesario organizarlos en pueblos y hacerlos vasallos libres que paguen sus impuestos. Decidieron finalmente quitar los indios encomendados a los caballeros ausentes que habían vuelto a España y comunicarlo a Cisneros, con cuya misión enviaron a Fray Bernardino, lo que desató una fuerte oposición entre los encomenderos españoles que vieron peligrar su posición y sus privilegios. El Cardenal aprobó estas medidas e informó al emperador. Sucedió entonces una pestilencia de viruelas y murieron una gran cantidad de indígenas, de lo que fueron culpados por los españoles, que escribieron al Emperador, aún en Flandes, pero los frailes fueron apoyados por un nuevo gobernador y no volvieron las encomiendas, ni se volvió a encomendar a personas ausentes. Carlos V, no obstante, limitó los poderes de los jerónimos.
Tras ello, los jerónimos pidieron permiso para volver a sus celdas, lo que no gustó mucho a Fray Bartolomé de las Casas, el gran defensor de los indios, que los tacha de remisos, y obviamente no aceptaron sus criterios. Después de cuatro años de servicio, en 1520, fueron autorizados a la vuelta, no sin antes nombrar a Fray Luis de Figueroa Obispo de Santo Domingo, cargo que no llegó a ocupar puesto que murió en 1524 estando las bulas despachas por el Papa.
No terminó aquí la relación de Parchilena con América puesto que en esta última fecha el emperador Carlos nombró a otro jerónimo, Fray Pedro del Rosal, gobernador de Indias, cargo que no llegó a ocupar puesto que le “detuvo la muerte en nuestro monasterio de Nuestra señora de la Luz, en donde está su cuerpo con los de sus actos capitulares”