miércoles, 2 de abril de 2025

Doña María Álvarez de Cárdenas

Por el manuscrito sobre la fundación del Monasterio de la Luz y por los propios papeles de la fundación conocemos algunos datos biográficos de los fundadores. Su anónimo autor tuvo acceso en 1959 a documentos que no poseemos en la actualidad, aunque muchos de ellos son imprecisos e inexactos, cuando no manifiestamente espurios porque no cuadran en protagonistas y fechas. Por consiguiente, sabemos poco o casi nada de nuestros protagonistas, y cualquier documentación puede aportar nuevos indicios o confirmar algunos de ellos, como el que nos ocupa en esta entrada, un pleito sobre una de las mandas testamentarias de Álvaro de Cárdenas, padre de María Álvarez de Cárdenas, cofundadora del eremitorio de Parchilena.

Por este litigio sabemos que el matrimonio entre Gonzalo de Cárdenas y Guiomar Rodríguez de Fariseo, naturales de Palma del Río (Córdoba), tuvo siete hijos, todos ellos varones excepto, nuestra protagonista. Fueron Álvaro, el mayor, Gonzalo, Alonso (también citado en el texto como Alfonso), Martín y Pedro de Cárdenas, y Hernán Ruiz de Cárdenas, además de la Propia María. Este documento confirma además que el padre fue veinticuatro de la Ciudad de Córdoba, es decir, regidor y caballero de esta ciudad, y que residió en Palma del Río, donde según el manuscrito fue su alguacil mayor.

Gonzalo Otorgó testamento el 25 de abril de 1473, cuyas cláusulas fueron confirmadas en escritura pública el 25 de abril de 1573 ante Juan de Villalobos, escribano público de la villa, por su esposa, que a su vez otorgó testamento el 5 de enero de 1487 refrendando las mandas de este, entre ellas “que fue la voluntad de su marido hacer una capilla y ella la tiene hecha en la iglesia de Santa María de la villa de Palma”.

El documento, que es de siglo XVIII, pero cita las copias de los instrumentos notariales antiguos originales, se hace más interesante para nosotros al final del mismo porque prueba las relaciones de los Cárdenas con el monasterio de Guadalupe al afirmar expresamente que Doña Guiomar refrenda y ratifica el testamento de Don Álvaro de Cárdenas que:

“avía mandado que de sus bienes se cumpliera una manda que su mujer avía hecho de yrse a velar a Nuestra Señora de Guadalupe, por no averse cumplido, manda ella en su testamento aprobar lo que su marido había dispuesto en el suyo, manda al convento de Guadalupe mil maravedíes…”

Por consiguiente, a través de este instrumento, podemos confirmar varias cuestiones interesantes para nuestros protagonistas. María pertenecía a una familia de caballeros compuesta de siete hermanos de la ciudad de Córdoba perteneciente a la nobleza de toga, trasladada a Palma del Río donde los padres fundan una capellanía y, como afirma el manuscrito, entraron al servicio del VI señor de la villa, Martín Fernández de Portocarrero, las fechas coinciden, y se convirtió en su alguacil mayor.  Fue aquí donde los Cárdenas trabaron el matrimonio de su única hija con Diego de Oyón, amigo personal de Martín y su camarero, con quién se crio al servicio de su padre, según declara en su testamento Diego de Oyón. Casaron el año 1442 con el beneplácito de su señor que los dotó con 40.000 maravedíes, la misma suma que aportó el padre de la novia al casamiento. Finalmente, Doña María Álvarez de Cárdenas probablemente recibió de sus padres la devoción por la Virgen de Guadalupe y las relaciones con este monasterio, que obviamente datan de mucho antes de la fundación de Parchilena.