sábado, 29 de junio de 2024

Se cumplió la voluntad de los fundadores.

 

Recientemente, el 10 de marzo de 2024, publicamos en este blog el seguimiento de la tumba de Diego de Oyón en el monasterio jerónimo de Buenavista (Sevilla) y las vicisitudes de su capilla. La reciente aparición del libro de títulos (así se denomina en el inventario de la exclaustración) que contiene las propiedades y derechos del monasterio en la segunda mitad del siglo XVIII, nos viene a completar la información de que carecíamos.

Capilla Mayor de Parchilena

En el libro de protocolos se recoge en la página 2, “nota del cuerpo de los fundadores”, una manda testamentaria de Diego de Oyón para que “se comprase la capilla de Nuestro Padre San Jerónimo que está en el crucero de la yglesia de dicho monasterio de san Jerónimo de Sevilla en el lado del Evangelio”, como ya sabíamos. La capilla se revendió al dicho monasterio el 9 de diciembre de 1608, tres años después de otorgar el poder al prior ante el escribano público de Lucena, pero no se hizo por los 50 ducados de su coste y del poder, sino por 190 ducados, los 50 de coste, 22 ducados de tributo a Buenavista por la reparación que se hizo a la dicha capilla, y 110 ducados de intereses, “corridos”. Pero Diego de Oyón ya no se encontraba enterrado allí, según nos aclarara el propio documento:

“Nota: en el año de 1502 se cumplió la cláusula del testamento de nuestros fundadores y se trajeron los cuerpos y se pusieron en la yglesia primera que tuvo este monasterio que oi es la torre del trigo. Y en 30 de septiembre de 1530 se trasladaron a la yglesia nueva estos cuerpos y yacen a los lados del altar mayor, como lo ordenaron en dicho testamento”.

La fecha 1530 es importante porque con mucha probabilidad nos está datando el final de las obras de la iglesia conventual y las torres, la del trigo y la de cocina, además de otras que se recogen en documentación expresamente que se iniciaron tras estas obras. ¿Pero qué pasó con María de Cárdenas? La fundadora, que murió después de Oyón, fue enterrada por su expreso deseo en el Convento de la Rábida y puesta, así se manifiesta el documento, en la capilla mayor de Parchilena, de la que constan igualmente los gastos de traslado. La comunidad erigió,

“… dos bustos de alabastro de buena hechura, uno con la forma del dicho fundador, y otro de dicha fundadora, y que en dicha capilla mayor no sea enterrada persona alguna”.

Conocemos la existencia de otras capillas y capellanías por este y otros documentos, que debieron desaparecer en la invasión francesa, cuando el edificio fue volado. La posterior conversión en establo y bodega de la iglesia de tampoco debió contribuir mucho a su conservación si sobrevivieron a la Francesada.