El claustro del refectorio es obra de fray Fernando
Marín de entre 1739 y 1758, constituyendo una de las escasas construcciones del
monasterio que sobrevivió al terremoto de Lisboa de 1755, según la
documentación que hemos aportado recientemente en este mismo blog. Históricamente
se accedía a él desde el compás, el recinto o patio que antecede a las
dependencias monásticas y que lo separan del exterior, y que en este caso
concreto, alojaban una antigua viga de aceite que hasta hace muy poco se
conservaba en su lugar original intacta. La entrada no se hacía directamente,
era necesario recorrer un pequeño pasillo que según parece alojó en tiempos
alguna dependencia agrícola, bajar unos escalones que salvan un pequeño desnivel
entre ambos espacios y es entonces cuando se accede al espacio cuadrangular del
claustro que, no obstante, no se encuentra centrado, sino adosado al claustro
grande ocupando las tres caras restantes de la planta inferior las celdas en la
parte este, el ofertorio en la parte sur y la sala de las muñecas en la parte
oeste.
El acceso se realiza, pues, por el pequeño espacio
rectangular de esta sala, a través de cuatro arcos soportados por dos pilastras
adosadas y tres columnas, probablemente estas últimas reutilizadas de
construcciones romanas anteriores, en cuyos vanos se situaban las muñecas,
representación de los cuatro continentes (Europa, África, América y Asia) mediante figuras alegóricas de sus grandes ríos, según manifiestan testigos que
podía leerse a los pies de alguna de ellas. No lo sabemos, porque como es bien
sabido desaparecieron en los años noventa antes de una de las ventas del
monasterio (las sustitutas son contemporáneas y nada tienen que ver con las
originales) y hoy lucen, a decir de algunos, en patios sevillanos tras ser
repartidas entre sus antiguos herederos.
Conservamos, eso sí, la memoria, y la esperanza de
que algún día retornen, además de una fotografía publicada en la revista de
fiestas patronales de 1977 que sirven a su reconocimiento, y hoy publicamos. La calidad es la propia de la imprenta de la época.
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