miércoles, 6 de junio de 2018

Las muñecas del claustro del refectorio de Parchilena.


El claustro del refectorio es obra de fray Fernando Marín de entre 1739 y 1758, constituyendo una de las escasas construcciones del monasterio que sobrevivió al terremoto de Lisboa de 1755, según la documentación que hemos aportado recientemente en este mismo blog. Históricamente se accedía a él desde el compás, el recinto o patio que antecede a las dependencias monásticas y que lo separan del exterior, y que en este caso concreto, alojaban una antigua viga de aceite que hasta hace muy poco se conservaba en su lugar original intacta. La entrada no se hacía directamente, era necesario recorrer un pequeño pasillo que según parece alojó en tiempos alguna dependencia agrícola, bajar unos escalones que salvan un pequeño desnivel entre ambos espacios y es entonces cuando se accede al espacio cuadrangular del claustro que, no obstante, no se encuentra centrado, sino adosado al claustro grande ocupando las tres caras restantes de la planta inferior las celdas en la parte este, el ofertorio en la parte sur y la sala de las muñecas en la parte oeste.


El acceso se realiza, pues, por el pequeño espacio rectangular de esta sala, a través de cuatro arcos soportados por dos pilastras adosadas y tres columnas, probablemente estas últimas reutilizadas de construcciones romanas anteriores, en cuyos vanos se situaban las muñecas, representación de los cuatro continentes (Europa, África, América y Asia) mediante figuras alegóricas de sus grandes ríos, según manifiestan testigos que podía leerse a los pies de alguna de ellas. No lo sabemos, porque como es bien sabido desaparecieron en los años noventa antes de una de las ventas del monasterio (las sustitutas son contemporáneas y nada tienen que ver con las originales) y hoy lucen, a decir de algunos, en patios sevillanos tras ser repartidas entre sus antiguos herederos.
Conservamos, eso sí, la memoria, y la esperanza de que algún día retornen, además de una fotografía publicada en la revista de fiestas patronales de 1977 que sirven a su reconocimiento, y hoy publicamos. La calidad es la propia de la imprenta de la época.

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