Ya
dedicamos en su día un capítulo a la construcción del cementerio Municipal en
la entrada titulada “La última voluntad
de José Pérez de Guzmán”, donde describimos las numerosas vicisitudes del
proyecto y su larga gestación en el tiempo por problemas políticos y falta de
presupuestos. Los planos, obviamente, se encuentran en el Archivo Municipal, y
permanecen, hasta hoy, inéditos, y aunque tenemos certeza absoluta de que se
trata de los definitivos, no coinciden
con la obra y la edificación de lo que actualmente puede observarse en el
cementerio. Como quiera que sabemos que no hubo modificaciones históricas, y dado que este es el único proyecto, necesariamente
debió ser el ejecutado con cambios.
Detalle portada |
Es
más, el encargo de los planos al arquitecto José María Pérez Carasa, marido de
María de la Luz Pérez de Guzmán y, por tanto, cuñado de D. José, es de octubre
de 1933, así como los contactos para la cesión de los terrenos, pero ni uno, ni
otro pudieron ejecutarse debido a la nueva legislación de secularización de
cementerios republicana. Este hecho nos ofrece pistas sobre el proyecto, puesto
que la Ley de 30 de enero de 1932 impedía la segregación entre cementerios
civiles y religiosos, y establecía la obligatoriedad de cementerios municipales
para todos los españoles, impidiendo los enterramientos en templos y criptas e,
incluso, ofreciendo la posibilidad de municipalización de los camposantos no
laicos. El posterior reglamente de 1933 prohibía los signos religiosos y las
ceremonias en los cementerios públicos, salvo en las tumbas, lo que, según la
Revista Técnica de la Administración imposibilitaría la construcción de una capilla en el nuestro, que era parte de la última
voluntad del donante, aunque abría la posibilidad a la construcción de un
panteón familiar y en su interior una capilla privada de servicio para la familia.
El
proyecto que se visa en el Colegio de
Arquitectos en 1944, por estas características, estamos seguros que es el
original, y podría datar de entre 1930 y 1932, previo a la legislación
republicana, puesto que incluye un cementerio civil y una capilla exenta, o de 1934, cuando la legislación del Bienio
suaviza esta prohibición en la medida que lo autoricen las leyes y no se
produzcan altercados. Las desavenencias con la familia Pérez de Guzmán, por
este hecho, y las políticas, por la cesión del manantial de las Pilas a cambio de
una importante exención de impuestos, paralizaron el proyecto y lo aparcaron hasta
el final de la Guerra Civil, pese a que en 1938 la falta de capacidad del
cementerio viejo de la Plaza Nueva era motivo de honda preocupación.
Plano general en planta. |
Las
prisas asaltan a la corporación municipal en 1940, acudiendo al embargo y apremio de todos los deudores
municipales para recaudar fondos y llegando a un acuerdo económico con Teresa
Pérez de Guzmán para la compra de los terrenos, dados los largos trámites de
expropiación, y pese a consignar en presupuestos 45.000 pesetas para ello. El
Ayuntamiento aprueba provisionalmente el proyecto de Pérez Carasa en enero y en
septiembre lo eleva a definitivo, iniciándose las obras el 2 de octubre al
grito de “Franco, Franco, Franco y Arriba
España”, según recoge el acta de Pleno.
El proyecto fue visado el 23 de junio de
1944, tres meses después de que el Pleno
de la Corporación manifieste expresamente que “no podrá jamás por sus propios medios emprender las obras del referido
cementerio”, la causa, tal vez, de su oficialización ante
el Colegio de Arquitectos y de la posterior remodelación del mismo, cuya
ejecución difiere de los Planos originales aunque no tanto como creíamos al
principio.
Alzado |
El planteamiento original del cementerio católico es la misma que en la actualidad, un cuadro de nichos en torno al perímetro con osarios en las esquinas, una capilla central separada del muro, pero situada al fondo, y un interior ajardinado, con tres filas de fosas a cada lado del pasillo central y espacio para dos panteones al comienzo. Las filas de nichos son a cuatro alturas, a diferencia de los realizados, que eran de tres, y la capilla posee una portada interesante y un pequeño estrechamiento en la parte posterior, donde debían situarse las imágenes. La intención, según sabemos por el desarrollo de la obra, era ejecutar solamente las filas de nichos y las fosas necesarias, quedando la mayor parte del espacio libre. Se accedía al “cementerio católico” a través de lo que el plano denomina patio de ingreso, una especie de vestíbulo en el que se sitúa la portada, muy parecida a la actual, situada en el centro entre los dos edificios cuadrados que se superponen en las esquinas y que no se ejecutaron.
Detalla alzado de la capilla |
El
cementerio civil, a la izquierda de la puerta principal, consta de 44
nichos en once filas a cuatro alturas y espacio para 10 fosas. La sala de tanatorio,
a la derecha de la portada, consta de depósito, sala de autopsia y patio con
depósito de agua y pozo, además de un “pozo absolvente”, suponemos que
para desechos. Ambos edificios poseen sus propias portadas y accesos y nunca llegaron a ejecutarse.
Según
el proyecto se alcanzaban 662 sepulturas, 512 en nichos, 138 en fosas y 12 en
panteones.
Entre
las obras de este magnífico arquitecto, que sucedió a Trinidad Gallego, se
encuentran la Conclusión del Instituto La Rábida, El barrio Reina Victoria, La
gota de Leche, el Ayuntamiento de Rociana del Condado o la Iglesia Nuestra
señora Estrella del Mar en Huelva.
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