A Sebastián Bautista, otro de los
mantenedores de la historia de Bonares.
“Celer, hijo de Erbitio, natural de la ciudad de los Limicos, dio esta tessera gladiatoria a Borea, hijo de Cantio, natural de Bedunia, el año del consulado de Marco Licinio”
La inscripción, desarrollada en
cuatro líneas, se halla abierta a punzón en una placa de bronce de 17 por 4,3
centímetros, encontrada en las inmediaciones del Río Tinto en la hacienda de la
Luz de Lucena del Puerto (Catálogo del Museo Arqueológico Nacional, 37810).
Debe denominarse tésera gladiatoria de
Lucena del Puerto o de la Luz, y no tésera de Niebla como aparece en
algunas publicaciones, o más estrictamente, tésera gladiatoria de Borea, como ya comienza a ser conocida (https://historiadelaprovinciadehuelva.blogspot.com/2018/02/los-munera-gladiatorum-de-la-niebla_9.html).
Este error proviene de la catalogación y traducción original de su primer
propietario, Aureliano Fernández-Guerra y Orbe (1816-1894), un famoso epigrafista,
dramaturgo, historiador y senador de designación real en época Isabelina, que
en su informe de 1868 para la Real Academia de la Historia (Nota relativa
a una tésera de hospitalidad con inscripción latina, GA 1868/1/4) informa
de su hallazgo “en la hacienda de la Luz
entre Niebla y Moguer junto al río Tinto” y su traslado por carta al Doctor
Hübner, gran epigrafista y secretario del Instituto di Correspondenza
Archeológica en esa misma fecha. El texto latino es el siguiente: CELER
ERBITI.F(ilius). LIMICUS BOREA. CANTI (filio) BEDONIE (n) SI MVNERIS. TES(s)ERA(m).
DEDIT AN(n)O. M(arco). LICINIO. CON(n)S(ule).
La interpretación es que Celer, hijo de Erbutio, natural de Ginzio de Limia (Ourense), otorgó la tésera gladiatoria a Borea, hijo de Cantio, natural de Bedunia (Baedunia, cerca de la Bañeza, León) en año del Consulado de Marco Licinio, correspondiente al año 64 de nuestra era (siglo I, d.C.). Nada fuera de la habitual epigrafía latina sino fuera porque es la única tésera conservada en bronce de las 107 halladas de época romana y dedicada a un gladiador, a los que normalmente, se les entregaban en hueso o madera. Es pues una pieza excepcional, que posee una historia detrás que puede entreverse tras la inscripción y que ha llamado la atención de los especialistas.
Las téseras gladiatorias se entregan
al final de la vida del gladiador como reconocimiento a sus numerosos éxitos en
la arena. La sociedad romana admiraba al gladiador por su coraje y su valentía,
como ha quedado plasmado en numerosos mosaicos, relieves y frescos. Los juegos
fortalecían la moral y la disciplina militar en Roma, rememoraban el espíritu
guerrero, la conquista, el desprecio a la vida y la propia jerarquía social, ya
que todos tenían asignado un lugar en el anfiteatro.
Celer, el primer interviniente, es un lanista, un organizador de juegos, y en ella otorga el reconocimiento a Borea,
célebre por ser un provocator, es
decir, el guerrero que inicia los espectáculos. Sobre el nombre, posiblemente
un apodo artístico, se ha especulado un posible origen astur, derivado de
Boreas, el nombre dado al viento del norte, o de boria, en una traducción libre,
niebla o golpe de tormenta, según algunos autores en alusión a su rapidez y
agilidad.
Estas placas se obtenían tras el
spectant, el retiro glorioso tras una carrera de fama y victorias, y como demuestra
la nuestra servía para ser colgada ya que posee cuatro argollas en las esquinas
y una central, por lo que se podía mostrar en horizontal o en vertical. Como
quiera que recibió el premio al final del reinado de Nerón para Fernando
Burriales, divulgador de la figura de Borea, su carrera debió ser larga, tal
vez desarrollada entre los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, que
fueron breves como se sabe (https://www.eldiario.es/castilla-y-leon/cultura/borea-gladiador-leones-celebre-imperio-romano_1_9074729.html)
y recabando al final de sus días en este rincón de la geografía onubense donde,
no sabemos, tal vez murió en una hipótesis más que plausible.
Y es que, la pregunta es obvia ¿Qué
hacía aquí? Para Miguel B. Peña, autor del blog Acontecimientos históricos de
la Provincia de Huelva, su presencia se pudo relacionar con un posible circo existente
en Niebla o sus inmediaciones, según se deduce de la inscripción de un ara en
la que se alude a juegos para honrar el nombramiento de un magistrado en dicha
villa. La segunda prueba es la presencia de la propia tésela.
Sin embargo, creemos que hay
argumentos de peso para otras opciones. Es obvio, por el recorrido vital del
gladiador cuando se le otorga el reconocimiento se encuentra al
final de su carrera. Es cierto que pudo haber ejercido de lanista o de doctor, este
último especialista que forma a otros gladiadores, compatible con la hipótesis
anterior, y que se desplazaran de una ciudad a otra en busca de juegos que no
siempre requerían de un circo.
Sin embargo, no es menos cierto que
no parece frecuente que un gladiador de estas características perdiera o se despojara
de su tésera sin una causa mayor que la motivara. Y la zona donde se produjo el
hallazgo se encuentra plagada de topónimos romanos (Parchilena, Albina, Lucena....)
y fundus rusticae a ambos lados del río muy conocidos como la propia Parchilena,
la casa del Puerto, la Ruiza o la aldea de El Puerto, que hemos creído
identificar recientemente en Bonares, muy próxima al río Tinto, y que se
corresponde con un hábitat rural romano de grandes dimensiones, y muy próxima a
otra aldea homónima en Lucena del Puerto. Borea, el más célebre gladiador
romano de su tiempo, según Fernando Burriales, tal vez se asentó con otros
romanos aquí para dejarnos la tésera y su misterio. Esta es la otra hipótesis,
también plausible que se puede mantener y mantenemos. En muchos de estos fundus
rusticae existen hornos cerámicos con sellos propios entre los que, algún día,
tal vez aparezca el nombre de Borea.
Nota relativa a una tésera de hospitalidad con inscripción latina de la Academia de la Historia. |
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