lunes, 19 de febrero de 2018

Lucena del Puerto en la Segunda República (1931-1936).


Constituido el nuevo Ayuntamiento el 17 de abril de 1931 con los seis concejales republicanos elegidos (no participaron los tres concejales monárquicos) resultó elegido Alcalde José Vivas Pulido, Ex-alcalde en la corporación de 1909, concejal entre 1909 y 1911 y 1929-30, muy próximo al republicanismo radical lerruxiano, al que parece que llegó de manos de los hermanos Reales.

No en vano Lucena del Puerto había tenido ya dos alcaldes republicanos al final de la monarquía, y recibió una de las primeras visitas institucionales del nuevo Gobernador Civil, Victoriano Maesso, que se celebró en un ambiente festivo acompañado por el comité Republicano Local.
No existen actas de Pleno del periodo 1931-1933, pero hemos podido sustituirlas por las de la Comisión Permanente y la correspondencia, y por lo que hemos podido deducir existen pocas diferencias entre unas y otras, toda vez que la Comisión trata y prepara los mismos temas que se tocan en el Pleno, aunque no recogen las propuestas de la oposición.
El nuevo gobierno  municipal acomete  los mismos problemas locales heredados del periodo anterior, falta de cementerio, carencias de alumbrado público, a los que se unen los problemas de la joven República, falta de financiación, paro obrero y conflictividad social, aunque progresivamente las actas se van centrando en el problema de la tierra y los montes públicos. En efecto, en enero de 1933 se recogen 338 peticiones de parcelas en Montes Públicos según el procedimiento dictado por la Orden del Ministerio de Agricultura de 27 de Octubre de 1932 a “título intransferible” y previo pago de un canon anual. No se trata de parcelas de rozas, que continúan otorgándose,  finalmente se estima en este caso la adjudicación administrativa, sin perder la titularidad, “con el carácter de intransferible y vitalicia, con derecho a prorrogarla en favor de uno de sus herederos legítimos”. El resto de las condiciones de la Orden también se cumplían, no otorgar más del 20 por ciento de la superficie municipal, la inexistencia de repoblado joven de más de 20 árboles por hectárea, obtener un rendimiento superior al que en ese momento tenían, no perjudicar a la ganadería, que debe quedar garantizada, y contribuir a los intereses de la hacienda municipal con el pago de las 2,71 pesetas por hectárea.
A los 303 agraciados, se les tomó data en las propias actas municipales entre junio y julio de 1934, con límites y número de hectáreas por concesión, y se procedió al señalamiento, y probablemente a la ocupación, en un clima de aumento de la conflictividad social según podemos deducir de las requisas de arados y material agrícola y las propias denuncias de montes, aunque hemos de reconocer que no son muchas las que nos han llegado. Sin embargo, en noviembre de 1935 con base en el Decreto de 30 de enero de 1935 se procede al señalamiento para 262 parcelistas, derivados sin lugar a dudas de la relación anterior y febrero de 1936 se da cuenta al pleno de la nueva ordenanza aprobada por la corporación sobre “ocupaciones y cultivos de terrenos comunales”, otorgándose todas las parcelas anteriores, ya señaladas, y nombrándose una comisión formada por el ingeniero de Montes y el concejal d. Antonio Mora Rodríguez para extender los contratos y convenios. Pese a todo ello, la conflictividad social sigue en aumento como después veremos.
El segundo gran problema que encona la vida de la localidad y la del Ayuntamiento es el de la electricidad. El enfrentamiento es político, social y personal y arranca desde la propia toma de posesión. Al frente de los concejales monárquicos está d. Diego Gómez Cruz (Alcalde en la corporación de 1924), familiar directo del primer regidor, y propietario de la fábrica de fluido eléctrico “Electro-Molinera La Esperanza” desde diciembre de 1932. Tras negarse a tomar posesión con los otros concejales, solicitan en varias ocasiones sus actas, siendo rechazados por el Pleno que eleva consultas a la superioridad. En julio de 1932 recurren al Gobernador Civil que pide informe al Alcalde, que en una memoria anexa al escrito manifiesta,

“….debo informarle que esos tres sres., enemigos al régimen actual, pretenden airosamente formar parte de la Corporación Municipal de esta villa con el objeto exclusivamente de perturbar la buena marcha administrativa de la misma”.

Cuando en Agosto de 1933, un año después, ocupan sus cargos, el enfrentamiento alcanza proporciones considerables. En mayo de 1933 se propone la municipalización del servicio de alumbrado público retomando acuerdos anteriores de 1931, 1932 y enero de este mismo año al respecto, acordando poner el asunto en manos del abogado Antonio Vázquez Limón. A partir de este momento se ponen trabas a los propietarios en la licencias para casetas de alumbrado, no se autorizan la reforma de las palometas en edificios particulares y se propone una comisión técnica para llevar a cabo el acuerdo. En el nombramiento de los individuos integrantes de esta comisión d. Diego Gómez recusa al Alcalde, y este lo recusa a él, por “socio de una de empresa que se trata de expropiar”, y a Honorio Vivas, por pariente de Juan Vivas, propietario de la otra empresa. Diego Gómez “no se da por recusado por estar dentro de la ley”  y el concejal Antonio Pérez Vivas se recusa a sí mismo por ser pariente también de Juan Vivas. En el acuerdo sólo participan 5 concejales.
El municipio se opone a cualquier modificación o mejora de la central eléctrica, incluido el cambio de corriente alterna a continua, por incrementar el precio de expropiación, y el concesionario contraataca con recursos contenciosos-administrativos, con permisos gubernativos del Gobierno Civil y adquiriendo la fábrica de la competencia Juan Vivas con la que el municipio mantiene el contrato de alumbrado público. Con el arma del monopolio, según el Alcalde, la sociedad presiona al consistorio y a los vecinos:

“de todos es conocida la actitud en que se ha colocado la expresada sociedad con los vecinos, pues no queda un solo día en que la alcaldía tenga que intervenir por las quejas formuladas en el precio de las tarifas impuestas y coste de fluido”.

Desde diciembre se amenaza a la corporación con el cese del contrato eléctrico por falta de pago, y aunque el Ayuntamiento reconoce la deuda, y recurre a la mediación del Gobernador Civil, se reitera un escrito de denuncia dos días antes de iniciarse las fiestas patronales. En la presentación de las conclusiones de la comisión técnica para el anteproyecto de municipalización, defendido por José Domínguez Pulido, médico local, la empresa encontró un aliado ya que la recomendación es negativa,  en atención a su elevado coste, 25.500 pesetas, sin incluir los gastos del Tesoro Público y la contribución industrial, el aumento de las tarifas, y la no  mejorará del servicio que en la actualidad disfrutan “como el mejor de la provincia”. Sin embargo se vota el proyecto y gana la municipalización por seis votos a favor y tres en contra.
La incipiente izquierda, socialistas e izquierda republicana, parece que se manifestaban también a favor siguiendo los designios de la calle, aunque tampoco la llevarían a cabo posteriormente. Los concejales del propio equipo de gobierno, tras el acuerdo y conocer los costes de la expropiación, piden explicaciones al Alcalde sobre las inversiones de las décimas del paro obrero y el 20 por ciento de los propios destinado a mejoras de montes, requiriéndole a presentar las cuentas de febrero a abril de 1935. En varias ocasiones anteriores le conminan, por boca de Jerónimo Garrido, primer teniente de alcalde, a  no realizar gastos no incluidos en los presupuestos. La tensión se palpa perfectamente en las propias actas de cabildo y parece que existe un ambiente enrarecido entre los republicanos..
Tras la dimisión del Alcalde por su avanzada edad en septiembre de 1935 y la elección de d. Jerónimo Garrido Moro, previa mediación del Gobernador Civil, se pacta el pago de la deuda a razón de 700 pesetas antes de finalizar el año y mil pesetas anuales en los próximos presupuestos, y se firma el contrato por un año en espera de acometer la expropiación. En noviembre de 1935 se propone un crédito extraordinario al Banco de Crédito Local de 30.000 pesetas para realizarla, que no llegó a formalizarse.
Estos asuntos de tanto calado e importancia, dejan en segundo plano otros que por su tratamiento más somero no deben de quedarse en el tintero. La familia Pérez de Guzmán se dirige en varias ocasiones al alcalde para ejecutar la última voluntad de d. José sobre el cementerio, y la corporación gira incluso varias visitas al domicilio de su hermano Luis para ejecutarla. La familia exige, por ser parte de la última voluntad, la construcción de una capilla a su memoria y se compromete a costear las obras de esta y el cementerio, pero la corporación advierte que el Estado no lo consentirá “con arreglo a la nueva Ley” y decide elevar consulta jurídica. El asunto acaba paralizado, pues la consulta realizada a la Revista Técnica de la Administración manifiesta de manera tajante que “para los actos religiosos en general no puede hacerse capilla alguna en dicho cementerio en virtud de disposiciones vigentes, pero en atención a la familia del donante puede hacerse dentro del recinto del cementerio un panteón familiar y dentro de este su capilla que sirva tan sólo para la familia”. En el mismo sentido, se toma acuerdo del deplorable estado del cementerio municipal y se encarga proyecto al arquitecto José María Pérez Carasa, pero tampoco se ejecuta.
La preocupación por el paro obrero es constante, como lo son las ocupaciones de montes; lo novedoso serán las respuestas de los interesados, cada vez más duras y audaces. Pese a ello, estos episodios deben interpretarse en clave social y no política, debiendo esperar a la constitución del sindicato de agricultores (UGT)  que “aparecerá” súbitamente en 1936, para la articulación de un programa obrero coherente.
La última de las claves de este periodo es la crisis de la hacienda municipal, que evidentemente entronca con todos los problemas anteriores y los agrava. La décima del paro obrero se deduce del contenido de los acuerdos que había sido secuestrada más de una vez entre 1931 y 1935, así como los fondos de montes de propios y otras cantidades. En varias ocasiones, que sería tedioso enumerar, se paralizan o ralentizan proyectos municipales por falta de fondos, y no se pagan los contratos de alumbrado y  los sueldos de los funcionarios. En 1935 la crisis alcanza proporciones alarmantes:

“A todos consta que para poder llevar a efecto la misma (festividad del Patrón) con lucimiento y debido a la situación financiera del municipio han tenido que recurrir a personas que desinteresadamente se han prestado en ayudar con una pequeña cantidad o mejor dicho que se han satisfecho recibos de gastos forzosos de las fiestas, como d. Juan Reales Carrasco, que ha pagado los correspondientes a música, alumbrado extraordinario y al tomador Bendala, importando la suma de cuatrocientas ochenta y siete pesetas, cincuenta céntimos, y el exponente (Jerónimo Garrido) la cantidad de ciento diez pesetas, cuarenta y cinco céntimos, de construcción de plaza de toros.”

El nuevo gobierno municipal de Jerónimo Garrido, ante la inminencia de elecciones en febrero de 1936, reconoce el déficit de los presupuestos municipales de 1931, 1932, 1933, 1934 y 1935, debido a que faltaron los ingresos correspondientes a los aprovechamientos de montes (otro síntoma más de la osadía de los colonos, que no pagan) y no haberse cubierto la contribución territorial de los propios. La Hacienda Pública hace responsables a los regidores, en vía de apremio y con recargos, lo que no consideran ni justo, ni moral, ni imputable a ellos. El Alcalde propone la solución de un préstamo sin intereses de 11.500 pesetas a pagar en tres anualidades del presupuesto, y adelanta a la corporación que ha hecho gestiones encaminadas a la obtención del crédito  de los siguientes vecinos de la  localidad,

Manuel Pérez de Guzmán y Urzaiz ………. 2012,50 ptas.
Juan Reales Carrasco……………………… 2012,50 “
Antonio Reales Carrasco………………….. 2012,50 “
Antonio Regidor Vivas…………………….  502,50 “
José Acebedo Guerrero…………………….  262,50 “
Antonio Mora Conde……………………… 1012,50 “
Manuel Cantalapiedra Martín………………  412,50 “
Vicente Moro Moro………………………… 775,50 “
Juan Garrido Moreno……………………….  112,50 “
Vicente Pérez Moro…………………………1362,50 “
Manuel Reales Vivas………………………. 1512,50 “
                                                    --------------
                                                     11.500,50 ptas.

Concejales, exconcejales, republicanos radicales y familiares en defensa de la corporación, a los que se suma el hermano del candidato de la CEDA, Manuel Pérez de Guzmán, con evidentes vínculos locales, si bien no nacido en la Hacienda de la Luz, criado en ella. Aún asistimos a un último acto, celebradas ya las elecciones, de petición de pago de los arbitrios municipales a los recaudadores en cierto clima ya de tensión en el municipio.

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