En
junio de 1632 Martín Álvarez, Antón Carrasco, y Juan García, vecinos de Lucena, se obligan a pagar a Don Lorenzo de Ávila y
Estrada, contador mayor del Duque de Medina Sidonia, y a Juan Rodríguez
Miranda, su hacedor, ambos vecinos de San juan
del Puerto, 100 reales de resto de una cuenta de:
Tauromaquia de Goya |
“.... de un toro que el año pasado se le murió por achaque de aberlo traído con otros a jugar a este lugar, y
aunque por parte del cabildo deste lugar, y por la nuestra, se consertó con el
dicho Juan Rodríguez Miranda en tresientos reales, los otros dosientos se los
tenemos ya pagados y satisfechos con una libransa que le abemos dado, que bale
dosientos reales para que se le paguen
de los propios del Cabildo deste lugar...” .
Antón
Carrasco, aunque no lo manifiestan en la escritura de obligación, era Alcalde
Ordinario de este lugar, y junto con Martín Álvarez, había sido nombrado
diputado el 3 de agosto de 1631 para la fiesta de la Luz, fecha en que se
inutilizó el referido toro:
“... Para el día de Nuestra Señora de agosto
que viene de este año se haga fiesta, y se mate y agorroche un toro, y se peze y reparta
la carne entre los bezinos, y si algo quebrare, se pague de los propios del Cabildo....
y que se juegue el toro el sábado venidero para el gasto de la carne”.
Nos
consta el negocio de bueyes y bacas de arada del Duque en las dehesas de Almonte y en el Bosque
de Millares, algunas de cuyas escrituras de obligación nos han llegado, puesto
que el pago solía ser en diferido, aunque no el ganado bravo. Y es que, en
estas tempranas fechas, el ganado bravo no se criaba separado de los bueyes y
bacas de arada, y esta era una actividad propia de grandes hacendados que
disponían de las dehesas y prados necesarios. Es a principios del siglo XVII,
cuando se crea la Real Vacada de Aranjuez, para nutrir las fiestas de los reyes
y de la villa de Madrid, y es ahora, cuando algunos
individuos empiezan a vender toros para espectáculos, en cuyo concurso es
fundamental la labor de los carniceros como conocedores del ganado. En este
sentido, en agosto de 1633, el obligado de la carnicería de Lucena, Alonso
Domínguez Gil, manifiesta al cabildo que,
“... quiere comprar un toro para que se juegue en este lugar el sábado venidero, que es
bíspera del día de Nuestra Señora, y por qué el dicho Alonso Domínguez a pedido
se reparta la carne del dicho toro entre los bezinos, y que la fiesta se haga
en nombre del Cabildo, por tanto, acordaron que se haga dicha fiesta y que se
reparta la carne del dicho toro entre los bezinos, y si para pagar la cantidad que costare el toro faltare algún dinero que
se supla y lo pague el Consejo. Y para que cuiden de esta fiesta nombraron
por diputados a Juan Bermúdez, regidor, y a Sebastián Rodríguez Blanco, para
que se hagan las fiestas más bien, se hagan barreras en la plaza y traygan a peones”.
Estas
citas constituyen, por el momento, las primeras referencias taurinas de
nuestros archivos. Veremos que depara el futuro en lo que está aún por
investigar.
Desde mi desconocimiento del mundo taurino estoy buscando el significado de la expresión "jugar el toro". Leído el artículo no acabo de entenderlo muy bien. La expresión esta incluida en esta frase (en otro tiempo verbal) y la recoge un periódico mexicano de 1925. Es un cartel de un festival taurino a modo de charlotada. ...<<5 bravos toros, que serán lidiados por la cuadrilla de..., que jugará el toro imitando al gran Chicuelo>>. Gracias.
ResponderEliminarDisculpe la tardanza en contestar, dado que he estado un tiempo sin red. Jugar al toro es una expresión de la tauromaquia antigua (el documento es del siglo XVII) y tiene el mismo significado que lidiar el toro. Debe tenerse en cuenta que en este periodo la tauromaquia no está aún definida, era un arte de caballeros, y en los pueblos lo que se hacía es tentar, burlar, jugar el toro, a modo de los actuales encierros.
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