Teresa
Rodríguez Mocho y Antón Suárez se
casaron el 18 de noviembre de 1596, otorgando nueves meses después la correspondiente escritura de
dote por valor de 150.351 maravedíes (4.422 reales y 3 maravedíes). Obviamente,
con estas cantidades, formaban parte de la clase acomodada de la localidad
recibiendo por dote 3 bueyes domados, 2 bacas, 2 burras, una casa en la calle
que sale a Niebla “que se dice el molino
viejo”, esquina con San Salvador, y 2500 cepas de viña, además de 1600
reales en ajuar. Enviudó antes de 1624, heredando de su marido una deuda de 7
carretadas de carbón que le costaron 252 reales.
Real de a ocho |
Ya
viuda, entre 1624 y 1629 casó a dos de sus hijas, María Suárez de Estrada y
Leonor de Estrada (+ 1643) otorgando dote a la primera por valor de 93.939
maravedíes (2762 reales y 31 maravedíes) y promesa de dote con ganado, casa, la
de su morada, y viña, a la segunda, y más de 1000 reales en ajuar.
En
la dote de María, otorgada en Lucena, la otra se otorgó en Trigueros y no la
tenemos, llama la atención la presencia de dos anillos de oro, unos sarcillos
de plata con piedras, un agnus deis de plata sobredorada, y una gargantilla de
oro con tres piedras, valoradas en 89 reales, poco habituales en los protocolos
locales, además de abundante ropa de vestir.
En
Septiembre de 1635, Teresa, la matriarca de la familia otorga dos nuevas
escrituras, esta vez de poder, comisionando primero a su primo Sebastián
Rodríguez mocho, y a la postre a Juan Rodríguez Mocho, su hijo, y a Juan
Riquelme de Quirós, vecino de Trigueros, para que puedan cobrar del padre
Fabián López, Procurador General de la Compañía de Jesús en Indias, y de
Alberto Coberte y Pedro de Saldias (¿Zaldivia?), vecinos de Sevilla:
“...
dos mil y quinientos pesos de plata
que paran en su poder y me pertenesen por abérmelos
enbiado de las Yndias Pedro Rodríguez Mocho, mi hermano, que murió en ellas
en la siudad de Arequipa...”
Este
sólido capital, se supone que reales de a ocho americanos, unos 20.000 reales además
del propio, fue rápidamente empleado en la mejora de las dotes de tres de sus
hijos, Juan, Leonor y Pedro en tres escrituras sucesivas de 1637. En el caso de
los varones, que no se citan como escrituras de arras o de mejoras, las dotes
adquieren la peculiaridad que la otorgante entrega los bienes al hijo, que a su
vez los entrega a su esposa. Juan Mocho
manifiesta “los bienes que resivo e llevo
a poder de la dicha Ana Díaz, mi mujer”, mientras su mujer reconoce “... que es berdad que el dicho Juan Mocho, mi
marido, trae a mi poder todos los dichos bienes...”. Por su parte, Pedro
Mocho dice que recibe de “Teresa
Rodríguez, madre, viuda del dicho Antón Suárez, por quenta de mi legítima que
me toca y he de aber de los dichos mis padres, los bienes que aquí van
declarados.... y me obligo a tener por bienes de mi legítima y que los llevo a
poder de María de la Concepción, mi mujer, con quién estoy casado”
Por
lo demás, la estructura de las tres escrituras es distinta. Juan Rodríguez
Mocho (+ 1643) recibe la suma de 250 ducados (2750 reales) en grano, trigo,
cebada y centeno, y sobre todo ganado, dos bueyes, tres vacas paridas con sus
crías, una vaca horra, una becerra y un caballo, y diez ducados en dineros. Y
por vía de mejora, “y en la forma que
mejor aya lugar de derecho, ochenta
ducados” que acaban elevando el valor de lo recibido a 330 ducados (3.630
reales). Unos días más tarde, su mujer realiza inventario también sus bienes en
presencia del Alcalde Ordinario para que en todo tiempo se sepa que trae, alcanzando
la cifra de 71.685 maravedíes, (2.108 reales y 13 maravedíes).
La
escritura de Pedro Mocho, casado con María de la Concepción es más modesta,
1306 reales en medio cahiz de trigo y
siete fanegas de cebada, dos bueyes y dos vacas preñadas y una vaca con su
becerro.
Sin
embargo, esta es sólo una verdad a medias. El inventario de sus bienes
realizado a su muerte recoge otra escritura otorgada el 28 de enero de 1636 de
los bienes que le entrega su madre a “cuenta
de la legítima”, no inventariados anteriormente por lo que puede deducirse,
por valor de 60.259 maravedíes (1772 reales y 11 maravedíes). Aunque el final
de la página está roto y no puede leerse entero, se incluyen los siguientes
bienes:
Un
vestido negro que costó veinticuatro ducados.
Un
jubón embutido negro en seis ducados.
Una
medias negras en un ducado.
Unas
ligas que costaron un ducado.
Unos
zapatos de cordobán de un ducado.
Un
sombrero en 14 reales.
Una
saya en seis ducados.
Un
jubón de mujer en seis ducados.
Unos
chapines de mujer en 1 ducado.
Dos
pares de zapatillas de mujer.... (roto)
Un
anillo de oro en treinta reales.
Espejos
y cintas para mujer (8 reales).
Dos
tocas de mujer en ocho reales.
Seis
fanegas de trigo en nueve ducados.
Un
buey en once ducados.
Una
v(aca en 55 reales)
Un
re..... (en 36 reales).
Un....
(en 13 reales).
.....
(en 100 reales).
“Setenta ducados en reales de contado
que agora resibe en presensia de mí, el escribano público”
Son
los tres tipos de bienes habituales, para la hacienda, dinero en metálico, y vestuario femenino, en este caso de calidad, el aspecto externo de la nueva
posición social de los Mocho, y no sabemos, si alguna urgencia económica por
las semillas y los animales.
Finalmente,
la escritura de Leonor también explicita la nueva posición social: “.... al tiempo y quando me casé con Leonor
Díaz, mi legítima mujer, hija de Antón Suáres de Estrada y Teresa Rodríguez, su
padres, la dicha Teresa Rodríguez me dio en dote y casamiento con la dicha
Leonor Díaz, mi mujer, la dote y bienes que por la dicha carta de dote
paresiere, y agora me quiere dar algunos
bienes más para que también sean su propio dote y capital y los bienes que
resivo ban apresiados....”. Le otorgan 59 ducados en dinero, medio cahiz de
trigo y medio de cebada, dos bueyes y dos vacas preñadas y una horra. En total
1933 reales.
El
monto total de las cuatro escrituras alcanza la cifra de 8.641 reales, (785
ducados y 6 maravedíes), una pequeña fortuna que estiró bien la herencia para
todos los deudos locales y otorgó nuevas posibilidades a todos ellos.
La
matriarca, Teresa Mocha, como era conocida y se cita en las fuentes, nos consta
que adquirió ganado cabrío y aparece en varias escrituras de compraventa de
trigo y cebada a partir de 1636, un hecho casi obligado para muchas viudas que
tenían que avalar las operaciones de sus hijos “menores”. Después de esta
fecha, 1637-1639 fue de las pocas mujeres que tuvo capital y energías para
dedicarse al carbón, convirtiéndose en una
pionera que traficaba y otorgaba escrituras por su cuenta, si bien con
pequeñas cantidades. Su hermano Sebastián Rodríguez Mocho, vecino de Niebla,
tal vez la avalara, o heredara el negocio, ya que su actividad es posterior a
la de Teresa.
Sus
dos hijos varones, Pedro y Juan, también se dedicaron al tráfico. Pedro Mocho
murió en Indias, antes de 1651, fecha de su inventario de partición de bienes y
según el testamento de su sobrina. En la carrera de Indias, no debió tener
micha suerte.
Juan
Mocho se convirtió en uno de los comerciantes de río de nuestro pueblo con
cuentas en su testamento con varios vecinos de Moguer de cebada, bacalao, y
trigo. No se dedicó al comercio de carbón, aunque si a la fábrica, lo que no deja
de constituir también una rareza en nuestra localidad.
''Mi hombre es Gabriel Mocho. Mi familia de Argentina desciende aparentemente de Jean (Juan) Mocho de Biarritz (Francia) que viajó a la Argentina en 1860. Cualquier información sobre la posible relación con los personajes de este artículo será agradecida
ResponderEliminar''Mi hombre es Gabriel Mocho. Mi familia de Argentina desciende aparentemente de Jean (Juan) Mocho de Biarritz (Francia) que viajó a la Argentina en 1860. Cualquier información sobre la posible relación con los personajes de este artículo será agradecida
ResponderEliminarGabriel ojalá fueran los mismos, pero lo veo difícil por la distancia temporal, porque los indianos Mocho murieron en América sin descendencia y porque estos son se Nievla y Lucena del Puerto Huelva. No obstante alguno de sus descendientes pudo trasladarse a Jaen, pero yo no tengo constancia. Saludos.
EliminarGabriel ojalá fueran los mismos, pero lo veo difícil por la distancia temporal, porque los indianos Mocho murieron en América sin descendencia y porque estos son se Nievla y Lucena del Puerto Huelva. No obstante alguno de sus descendientes pudo trasladarse a Jaen, pero yo no tengo constancia. Saludos.
EliminarGabriel ojalá fueran los mismos, pero lo veo difícil por la distancia temporal, porque los indianos Mocho murieron en América sin descendencia y porque estos son se Nievla y Lucena del Puerto Huelva. No obstante alguno de sus descendientes pudo trasladarse a Jaen, pero yo no tengo constancia. Saludos.
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