El Portichuelo era una propiedad del Duque de Medina
Sidonia en Niebla. Es también, y no descartamos que pueda ser el mismo
topónimo, uno de los vados del Tinto y uno de los puertos perdidos de Lucena
hasta el siglo XVI, según la documentación local que hemos podido manejar de
los protocolos notariales.
En efecto, la documentación de Penas de Cámara,
conservada en Moguer, reseña en varias ocasiones denuncias por fraude a las alcabalas de pescado y a las “rentas
de por masa” del Duque por parte de vecinos de Huelva y recueros (arrieros)
que acuden a ese lugar a sacar el pescado muerto en el Canal del Tinto:
Las alcabalas eran un impuesto indirecto de la
corona de Castilla que gravaba las transacciones comerciales de todos los
bienes, aproximadamente un diez por ciento, que en el Condado de Niebla pertenecían
al Duque de Medina Sidonia. El Duque, a su vez, las arrendaba a particulares que
las encabezaban por una cantidad fija anual a la baja y la cobraban de los
particulares, embolsándose los beneficios. En agosto de 1536, Pedro Tirado,
vecino de Lucena, pide al Alcalde Ordinario la probanza del pago requiriendo como
testigos a los anteriores arrendadores de la renta. Alonso Suárez Borrero, vecino
de Niebla, arrendatario entre 1532 y 1533, quién manifiesta que:
“.... en el tiempo de su arrendamiento muchas vezes binieron
çiertos pescadores de fuera del dicho lugar a pescar y a trajinar en el río que
se dize Tinto, a la parte que se dize el Portichuelo, término y mitazión del
dicho lugar, y mientras él fue arrendador, siempre le pagaron, y el la cobraba
alcabala de todo el pescado que mataban, e asimesmo, le pagaban los recueros la
sera de todas las cargas que del dicho pescado se hazia e sacaba, exepto los de
la villa de Niebla e su tierra que sacanllá con juramento....”
Mientras que Pedro Salvador, arrendador en 1535,
manifiesta que en su año unos pescadores que dijeron ser de Huelva quisieron
sacar el pescado sin pagar la Alcabala, por lo que requirió a la justicia de
este lugar que interviniera:
“y fue el alguazil deste lugar y les truxo unas belas, y ha esta causa vinieron los dichos pescadores
ante el dicho Alcalde. E allí benidos, ellos de su boluntad se conçertaron que le
dieran quatro o cinco reales de por partido, por lo que avían vendido. E que,
asimesmo, cobre de todos los recueros.....
toda la saca del dicho pescado e que siempre ha oydo dezir que se pagaba e que
por eso lo cobró....”
La
polémica del pagó de la alcabala continuo en 1540, con Bartolomé Martín Redondo,
vecino de Bonares, que ahora se declara arrendador de las rentas de por masa de
este lugar y “el portychuelo”,
manifestando que allí han vendido Juan Román y Juan rodríguez, vecinos de
Huelva, “en cantidad de
veynte e çinco ducados de oro algo más o menos, de que le pertenesçe de
alcavala por ser amo e el arrendador de la renta de pescado de dicho
portichuelo, dos ducados y medio e por no haberla pagado dentro de quinto día
conforme a la ley...”. De nuevo pide se les pene con el doblo de esa cantidad por el fraude y
que el alguacil les tome las velas y remos en prenda hasta que se constate el
cumplimiento de la pena.
No
caben, pues, dudas de la utilización del lugar como punto de desembarque del
pescado y de carga de los recueros que conducían la mercancía al interior para
su venta, probablemente más provechosa que en las poblaciones litorales.
Si
tenemos en cuenta que sólo se conservan en el archivo de protocolos penas de
cámara de los años iniciales de las series, entremezcladas entre las escrituras,
y que las referencias proceden de autos judiciales, que una vez juzgados y
asentados por la costumbre no tienen por qué repetirse, el embarcadero debió
mantenerse hasta que hubo pesca en el primer tercio del siglo XVII. Es
igualmente probable que procediera de época bajomedieval.
Esa
ubicación portuaria viene a sumarse a las que ya localizadas a lo largo del río
en los topónimos que ya conocemos. La más antigua, en el lugar del Puerto
coincide con la más comúnmente denominada del vado de Marisuárez, último punto
de embarque interior y muy próximo a los caminos de Niebla y Bonares. La
segunda ubicación es en las Asomadas, el vado de la Torre o Vadillo Palo, en la
confluencia del arroyo de la Pasadera con el río. Ambas eran utilizadas por los
comerciantes del Condado, la más septentrional desde las poblaciones del
condado interior que desde Villalba y Bollullos hacia la parte de Niebla transportaban hasta aquí el vino, mientras que
las poblaciones del Condado litoral (Rociana, Almonte y Moguer), utilizaban la
segunda localización que subsistió más tiempo que la primera hasta principios
del siglo XX. Anteriormente
se menciona un cargadero de carbón próximo a los límites de Moguer, probablemente
entre el vado de la Luz y el arroyo Candón que era utilizado por la proximidad por los que sacaban cepa en Moguer.
La ubicación del Portichuelo, por las escasas referencias debía localizarse en
la Banda de Allá del río entre el vado de la Luz y el arroyo Candón.
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