sábado, 5 de marzo de 2016

Una hechura de San Sebastián

Conocemos desde hace unos años que la aldea de Lucena  contaba con dos ermitas situadas a cada uno de los lados del pueblo. Ambas nominaron a sus respectivas calles, San Salvador, a la de Abajo, y San Sebastián, a la de Arriba, e, incluso, sospechábamos de su ubicación aproximada próxima a la plaza. Los archivos locales, incluido el eclesiástico, olvidan la ermita a mediados del siglo XVIII y esta desaparece de la documentación local como si se la hubiese tragado la tierra.
Sin embargo, a veces la paciencia tiene su recompensa. Entre los innumerables contratos de compraventa del Archivo de Protocolos aparece la adquisición en 1675 por Alonso Martín Regidor a Francisco de Vega, vecino de Moguer, de

"un corral cortinal que yo tengo al canto de la calle de San Sebastián, deste dicho lugar de Luzena, questa enfrente de la puerta de la hermita de dicho Señor San Sebastián, y linda con el camino que ba a la fuente y con tierras que disen los Billares que son del ospital". 


Solar que ocupó la ermita de San Sebastián 

Evidentemente la calle de la Fuente es la de San Sebastián o Calle Arriba,  y el camino, es la antigua bajada hacia la Pasadera  y a la fuente del Cura, puesto que la misma calle también es el camino de la fuente de la Morisca, ambas del Consejo. Por consiguiente, la ermita se encontraba justo enfrente de la entrada de la actual calle San Sebastián (cuya denominación no es histórica, es del siglo XX), en estos momentos un paso angosto hacia el campo, que el Ayuntamiento tuvo que ampliar en los años cincuenta mediante la adquisición de un solar anexo.

Son también numerosas las pequeñas mandas a la ermita en los testamentos, en dinero o en aceite para alumbrar la casa, conocemos la existencia de una ermitaña, y poseemos algunas referencias más que tampoco nos permiten hacernos una idea de cómo era la ermita o quién la regentaba. En cualquier caso, en abril de 1601, los dos alcaldes ordinarios del pueblo, Alonso Domínguez Carrasco y Gonzalo Roldán, y el regidor, Gonzalo Hernández, encargan a Alonso Bejarano y Felipe de Guevara:

"Una hechura i ymagen del señor San Sevastián, la qual dicha hechura i ymagen nos obligamos de hazer de estatura y altura de seis quartas, encarnado y acabado de todo punto, con las saetas i diadema y cabello dorado, y su árbol y tronco e peana verde. La qual dicha ymagen prometemos e nos obligamos de le dar hecha y acabada..... a su contento, puesta en el lugar de Luçena a nuestra costa por el día de Santa María de Agosto, primero venidero deste año...."  

El precio de la hechura se estableció en 18 ducados (198 reales de vellón), un valor no muy elevado para un autor, Alonso Bejarano, pintor, afincado en Huelva, y que en 1610 dora el retablo de las Angustias de la Iglesia de San Pedro. No fue el único encargo que recibió en esta tierra omo tendremos ocasión de comprobar más adelante, aunque el escultor debió ser el otro contratante, Guevara, del que nada sabemos por el momento.
Tampoco podemos pasar por alto que el encargo lo hace el Cabildo y rodeado de críticas circunstancias. San Sebastián es uno de los santos protectores contra la peste y el encargo se hace en un momento en que media provincia está o estará afectada de este mal y se padece una gran hambruna desde al menos 1597. La epidemia de peste bubónica ha afectado ya a estas alturas a Manzanilla, Beas, Trigueros, El Granado, Gibraleón, Lepe, y Cartaya, y se sospecha de Huelva, Cádiz y el Condado oriental (Villalba) y llega en 1603 a Niebla. Entre mayo y julio de 1602 probablemente la epidemia afectara a Lucena y a Bonares por el desproporcionado aumento de testamentos en estas fechas y cónyuges viudos en los matrimonios.
De la imagen carecemos de referencias en los inventarios eclesiásticos y nunca se trasladó a la parroquia. Poseemos referencias de la destrucción de dos imágenes a finales del siglo XVII y principios del XVIII por su mal estado ordenados por el visitador general del arzobispado con un protocolo del habitual  exorcismo, quema de restos y enterramiento en el corral de la sacristía de los mismos. Una de ellas creemos que era la imagen de San Sebastián.

Manuel Mora Ruiz

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