domingo, 9 de octubre de 2016

La Madre de Dios.

Suele atribuirse la fecha fundación de las hermandades de la Santa Vera Cruz y Sangre de Cristo a la baja edad media, siglos XIV o XV. Es cierto que muchas cofradías medievales sacaban reliquias precedidas por un estandarte o Cruz de Guía en estas fechas, pero no es menos cierto que las imágenes no comienzan a posesionarse hasta el siglo XVI, precisamente cuando este tipo de hermandades recibe un nuevo impulso desde el franciscanismo, por la relación entre la Sangre de Cristo y las Cinco Llagas, y desde el Concilio de Trento, como formas de propaganda y lucha contra el protestantismo.
Representación de una Imagen de Soledad de Sevilla
Este parece ser el caso de nuestra hermandad, en espera de lo que permita el mal estado de los protocolos notariales de la primera mitad del siglo. Las primeras referencias  datan de la década de los setenta del siglo XVI, pequeñas mandas devocionales que registran los testamentos de vecinos entre las que aparece citada en numerosas ocasiones tanto la Madre de Dios como el Cristo de la Sangre.
Por consiguiente, podemos retrotraer a estas fechas con toda seguridad los actos de Semana Santa rememorando la Pasión y Muerte de Cristo, y probablemente, los actos procesionales, puesto que no debemos olvidar que estas eran hermandades de Sangre que incluían entre sus actos el azote público de los hermanos la noche del Jueves Santo. Pese a ello, debemos dejar constancia que la posesión de las imágenes no implica necesariamente las procesiones, de las que no tenemos constancia documental, al menos hasta el momento.
Durante la década de los treinta del siglo XVII se levantó inventario de sus bienes y enseres y se tomó cuenta a varios de sus mayordomos, lo que nos permite un mayor conocimiento de sus actividades. Durante la cuaresma y la Semana Santa se hacían luminarias y las “misas de obligación”, ocho, que debían culminar el Jueves Santo con el velado de las imágenes, vigilia, sermón y el lavatorio de los pies de los hermanos con vino. Posteriormente en la madrugada, tenía lugar la procesión  con las tradicionales filas de cirios y los hermanos azotándose. A partir del siglo XVIII, y no antes, se documenta la procesión del Viernes Santo, momento en que se adquiere un Cristo Articulado para sustituir al principal.
La segunda fiesta principal de la hermandad es la denominada Santa Cruz de Mayo, con misa, responso y procesión, además de las ocho misas de obligación. Creamos, además, que esta se celebraba el 3 de Mayo, por las misas, fecha del hallazgo de la Vera Cruz donde Cristo fue crucificado por Santa Elena.
El inventario de enseres, de 1628, nos informa, además de las imágenes, de las andas procesionales, un estandarte de lienzo con dos cruces, tal vez reflejo de las dos fiestas, y una nueva imagen desconocida, el Niño Jesús, al que también se vestía al gusto de la época:

“Primeramente una caxa de madera de pino.
Ytem una saia azul de seda con franxones de plata.
Ytem un manto de tafetán blanco con tembladeras de oro con puntas.
Ytem una ropilla de terciopelo con su guarnisión de plata y oro.
Ytem una saya de tafetán colorada con su guarnisión colorada.
Ytem una saia negra con guarnisión negra.
Ytem un copinno eubut(ido) (....).
Ytem un copinno de damasco berde con guarnisión.
Ytem un jubón de primabera colorado y amarillo y unas mangas de telilla biexas.
Un manto de barate negro.
Ytem una matellina de damasco blanca con franzón de plata.
Una balona con sus puesos de tembladera.
Ytem una toca con un rostrillo de treinta y sinco quentas de oro y sus perlas.
Ytem una toca de seda blanca con puntas de pita. Otra toca de seda = otra de seda.
Otra toca de seda con una orilla colorada.
Dos tramados de lino y seda.
Una camesita de Ruan del Niño Jesús.
Tres bagueritos del Niño Jesús.
Un apretador con sus flores.
Dos pares de balones con sus pulsos de barañuela.
Otras balonas de red con sus puntas amarillas.
Un manteguelo con sus puntas de hilo portugués.
Tres cofias de lino.
Una ropilla de Razo pardo viexa.
Una camisa de casero delgado.
Unas orillas de Almería coloradas y puño blanco para poner a la ymagen la  noches (sic) de la Pasión.
Un paño colorado con sus flores.
Un rrosario (sic) de bedrio blanco con su patena de plata.
Un estandarte de lienso con dos cruzes.
Unos cordeles que son para las andas.
Una trompeta viexa delgosa.
Unos manteles labrados a penesillo.
Un belo de panno negro con flecaduras de seda amarilla.
Un manto de tafetán con sus tembladeras.
Una sobreropa de embotido negra.
Una saia de terciopelo  con su guarnisión amarilla. Un berdugado de lienso.
Una saya de tafetán colorado biexa.
Un jubón embutido azul.
Un manteguelo de casa con franxa e puntas de hilo  portuguez.
Un requemado de seda.
Una gorguera de Ruan con su barañuela y puntas.
Una camisa de Ruan con su conge blanco.
Unas balonas de las manos de red.
El baguerito del Niño Jesús con sus puntas de hilo enasijado.
Unos manteles y unas artes de orilla coloradas.
La corona de plata con (...) y sinco estremos y la corona del Niño Jesús.
Una corona biexa de correa.
Una gargantilla de perlas con higas negras y otra de mermelletas con perlas.”

Por consiguiente, por esta documentación poseemos constancia de la existencia de tres imágenes, Cristo, Madre de Dios y Niño Jesús, y una capilla, denominada indistintamente de la Sangre o de la Madre de Dios, que suponemos se encontraba en la iglesia parroquial. En 1646, el carpintero de la Palma del Condado Gonzalo Ruiz, se obliga con el Hermano Mayor de la Cofradía de la Vera Cruz, Juan Rodríguez Blanco, a:

“Entallar y hazer una ymagen de Nuestra Señora de la Sangre para la Cofradía de la Santa Bera Cruz de este lugar, labrada de madera con su barnis en el rostro y pechos, y manos bien acabada (sic), para que se pueda bestir, a contento y satisfasión de los hermanos de la dicha cofradía y se su Hermano Mayor y ofisiales del oficio. Por manera, que dentro de mes y medio, la tengo de dar hecha y acabada, sin imperfesión ninguna, sino que luego se pueda bestir, puesta en este lugar de Lusena a contento como dicho tengo, y esto por razón de que la dicha Cofradía y su Hermano Mayor que es, o fuere, en su nombre, me an de dar y pagar por mi trabajo, hechura, madera y barnises, que yo tengo de ponerlo todo a mi costa, treinta ducados (330 reales) de la moneda usual, los quinse luego que comiense a obrar, y los otros quinse acabada la dicha ymagen.....”

Pensamos que debería tratarse de una imagen Dolorosa, de una gran tradición local, que sin embargo no aparece relacionada con esta hermandad en la documentación, sino con la Misericordia, que incluso denomina así en sus actas a su imagen titular de la Quinta Angustia. Por el contrario, aparece una imagen en el inventario parroquial de 1730, descrita como “de vestir de cuerpo natural con su corona y rraios de plata = ques de Soledad. Obviamente podría tratarse de otra imagen, pero no puede ser una coincidencia que el mismo inventario denomine así al altar de la Sangre, aunque este  extremo debe ser deducido de la documentación. En efecto, este documento recoge un “sagrario nuevo de madera dorado interior y exteriormente que está en el altar de la capilla de la Soledad, en el Santo Cristo Crucificado para la comisión cotidiana”. El altar está en 1781, y en la misma nota se añade que  a dicho Señor Crucificado “se le hizo un retablito y se le doró en el año 1783 a devoción de Francisco Ruiz Tronchero y en él quedó incluso dicho sagrario para la comunión cotidiana”, es decir, el altar que hoy conocemos en su ubicación actual.
En la adición al inventario parroquial de 1866 la imagen de la Soledad desaparece del altar de la Sangre, denominado ahora sí así, y por contra, se incluye una nueva capilla de Nuestra Señora de los Dolores que, aunque podría sembrar dudas, se describe de manera diferente “... sin retablo, toda en blanco, con la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Candelero, con su corona de Plata y un corazón y espada de metal en el pecho”. No se informa de qué pudo ocurrir con la otra imagen y durante todo este tiempo las actas de la Hermandad de la Misericordia sigue denominando a su patrona  como de los Dolores.
Esta súbita aparición y las fechas nos hizo sospechar de otra procedencia. Aunque Carrasco Terriza y González Gómez (2009) la catalogan como obra anónima catalana de hacia 1900, restaurada por León Ortega en los años 50, no aclaran ni la fuente, ni su procedencia. Como para otros enseres e imágenes la buscamos en el cuerpo de iglesia del monasterio de la Luz, donde efectivamente no se encontraba en ninguno de sus retablos. Sí aparece  en la sacristía una imagen de similares características descrita  como una señora del mayor dolor, vestida en candelero, con espada y corona de plata, y velo de seda”, una descripción que, pese a los retoques, difiere poco de la actual. Es cierto que todas las imágenes se parecen, y que incluso podemos estar hablando no de una, sino de varias imágenes históricas, pero no es menos cierto que las imágenes de candelero pueden cambiar fácilmente cualquiera de sus partes sin sufrir drásticas modificaciones. En este caso, quedaría datado su traslado desde el monasterio de la Luz  en 1822 con el resto de los enseres no reseñados.



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