Suele
atribuirse la fecha fundación de las hermandades de la Santa Vera Cruz y Sangre de
Cristo a la baja edad media, siglos XIV o XV. Es cierto que muchas
cofradías medievales sacaban reliquias precedidas por un estandarte o Cruz de Guía
en estas fechas, pero no es menos cierto que las imágenes no comienzan a
posesionarse hasta el siglo XVI, precisamente cuando este tipo de hermandades
recibe un nuevo impulso desde el franciscanismo, por la relación entre la
Sangre de Cristo y las Cinco Llagas, y desde el Concilio de Trento, como formas
de propaganda y lucha contra el protestantismo.
Representación de una Imagen de Soledad de Sevilla |
Este
parece ser el caso de nuestra hermandad, en espera de lo que permita el mal
estado de los protocolos notariales de la primera mitad del siglo. Las primeras
referencias datan de la década de los
setenta del siglo XVI, pequeñas mandas devocionales que registran los
testamentos de vecinos entre las que aparece citada en numerosas ocasiones
tanto la Madre de Dios como el Cristo de la Sangre.
Por
consiguiente, podemos retrotraer a estas fechas con toda seguridad los actos de
Semana Santa rememorando la Pasión y Muerte de Cristo, y probablemente, los
actos procesionales, puesto que no debemos olvidar que estas eran hermandades
de Sangre que incluían entre sus actos el azote
público de los hermanos la noche del Jueves Santo. Pese a ello, debemos
dejar constancia que la posesión de las imágenes no implica necesariamente las
procesiones, de las que no tenemos constancia documental, al menos hasta el
momento.
Durante
la década de los treinta del siglo XVII se levantó inventario de sus bienes y
enseres y se tomó cuenta a varios de sus mayordomos, lo que nos permite un
mayor conocimiento de sus actividades. Durante la cuaresma y la Semana Santa se
hacían luminarias y las “misas de
obligación”, ocho, que debían culminar el Jueves Santo con el velado de las
imágenes, vigilia, sermón y el lavatorio
de los pies de los hermanos con vino. Posteriormente en la madrugada, tenía
lugar la procesión con las tradicionales filas de cirios y los hermanos azotándose. A partir del
siglo XVIII, y no antes, se documenta la procesión del Viernes Santo, momento
en que se adquiere un Cristo Articulado para
sustituir al principal.
La
segunda fiesta principal de la hermandad es la denominada Santa Cruz de Mayo, con misa, responso y procesión, además de las
ocho misas de obligación. Creamos, además, que esta se celebraba el 3 de Mayo,
por las misas, fecha del hallazgo de la Vera Cruz donde Cristo fue crucificado
por Santa Elena.
El
inventario de enseres, de 1628, nos informa, además de las imágenes, de las
andas procesionales, un estandarte de lienzo con dos cruces, tal vez reflejo de
las dos fiestas, y una nueva imagen desconocida, el Niño Jesús, al que también se vestía al gusto de la época:
“Primeramente una caxa de madera de
pino.
Ytem una saia azul de seda con franxones
de plata.
Ytem un manto de tafetán blanco con
tembladeras de oro con puntas.
Ytem una ropilla de terciopelo con su
guarnisión de plata y oro.
Ytem una saya de tafetán colorada con su
guarnisión colorada.
Ytem una saia negra con guarnisión
negra.
Ytem un copinno eubut(ido) (....).
Ytem un copinno de damasco berde con
guarnisión.
Ytem un jubón de primabera colorado y
amarillo y unas mangas de telilla biexas.
Un manto de barate negro.
Ytem una matellina de damasco blanca con
franzón de plata.
Una balona con sus puesos de tembladera.
Ytem una toca con un rostrillo de
treinta y sinco quentas de oro y sus perlas.
Ytem una toca de seda blanca con puntas
de pita. Otra toca de seda = otra de seda.
Otra toca de seda con una orilla
colorada.
Dos tramados de lino y seda.
Una camesita de Ruan del Niño Jesús.
Tres bagueritos del Niño Jesús.
Un apretador con sus flores.
Dos pares de balones con sus pulsos de
barañuela.
Otras balonas de red con sus puntas
amarillas.
Un manteguelo con sus puntas de hilo
portugués.
Tres cofias de lino.
Una ropilla de Razo pardo viexa.
Una camisa de casero delgado.
Unas orillas de Almería coloradas y puño
blanco para poner a la ymagen la noches (sic) de la Pasión.
Un paño colorado con sus flores.
Un rrosario (sic) de bedrio blanco con
su patena de plata.
Un estandarte de lienso con dos cruzes.
Unos cordeles que son para las andas.
Una trompeta viexa delgosa.
Unos manteles labrados a penesillo.
Un belo de panno negro con flecaduras de
seda amarilla.
Un manto de tafetán con sus tembladeras.
Una sobreropa de embotido negra.
Una saia de terciopelo con su guarnisión amarilla. Un berdugado de
lienso.
Una saya de tafetán colorado biexa.
Un jubón embutido azul.
Un manteguelo de casa con franxa e
puntas de hilo portuguez.
Un requemado de seda.
Una gorguera de Ruan con su barañuela y
puntas.
Una camisa de Ruan con su conge blanco.
Unas balonas de las manos de red.
El baguerito del Niño Jesús con sus puntas de hilo enasijado.
Unos manteles y unas artes de orilla
coloradas.
La
corona de plata con (...) y sinco estremos y la corona del Niño Jesús.
Una corona
biexa de correa.
Una gargantilla de perlas con higas
negras y otra de mermelletas con perlas.”
Por
consiguiente, por esta documentación poseemos constancia de la existencia de
tres imágenes, Cristo, Madre de Dios y Niño Jesús, y una capilla, denominada
indistintamente de la Sangre o de la Madre de Dios, que suponemos se encontraba
en la iglesia parroquial. En 1646, el carpintero de la Palma del Condado Gonzalo Ruiz, se obliga con el Hermano
Mayor de la Cofradía de la Vera Cruz, Juan Rodríguez Blanco, a:
“Entallar y hazer una ymagen de Nuestra Señora de la Sangre para la Cofradía de la Santa Bera Cruz
de este lugar, labrada de madera con su barnis en el rostro y pechos, y manos
bien acabada (sic), para que se pueda bestir, a contento y satisfasión de los
hermanos de la dicha cofradía y se su Hermano Mayor y ofisiales del oficio. Por
manera, que dentro de mes y medio, la tengo de dar hecha y acabada, sin
imperfesión ninguna, sino que luego se pueda bestir, puesta en este lugar de
Lusena a contento como dicho tengo, y esto por razón de que la dicha Cofradía y
su Hermano Mayor que es, o fuere, en su nombre, me an de dar y pagar por mi
trabajo, hechura, madera y barnises, que yo tengo de ponerlo todo a mi costa, treinta ducados (330 reales) de
la moneda usual, los quinse luego que comiense a obrar, y los otros quinse
acabada la dicha ymagen.....”
Pensamos
que debería tratarse de una imagen Dolorosa, de una gran tradición local, que
sin embargo no aparece relacionada con esta hermandad en la documentación, sino
con la Misericordia, que incluso denomina así en sus actas a su imagen titular
de la Quinta Angustia. Por el contrario, aparece una imagen en el inventario
parroquial de 1730, descrita como “de
vestir de cuerpo natural con su corona y rraios de plata = ques de Soledad”. Obviamente podría
tratarse de otra imagen, pero no puede ser una coincidencia que el mismo
inventario denomine así al altar de la
Sangre, aunque este extremo debe ser
deducido de la documentación. En efecto, este documento recoge un “sagrario nuevo de madera dorado interior y
exteriormente que está en el altar de la capilla
de la Soledad, en el Santo Cristo Crucificado para la comisión cotidiana”. El altar está
en 1781, y en la misma nota se añade que
a dicho Señor Crucificado “se le
hizo un retablito y se le doró en el año 1783 a devoción de Francisco Ruiz Tronchero
y en él quedó incluso dicho sagrario para la comunión cotidiana”, es decir,
el altar que hoy conocemos en su ubicación actual.
En la adición al inventario
parroquial de 1866 la imagen de la Soledad desaparece del altar de la Sangre,
denominado ahora sí así, y por contra, se incluye una nueva capilla de Nuestra
Señora de los Dolores que, aunque podría sembrar dudas, se describe de manera
diferente “... sin retablo, toda en
blanco, con la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Candelero, con su
corona de Plata y un corazón y espada de metal en el pecho”. No se informa
de qué pudo ocurrir con la otra imagen y durante todo este tiempo las actas de
la Hermandad de la Misericordia sigue denominando a su patrona como de los Dolores.
Esta súbita aparición y las
fechas nos hizo sospechar de otra procedencia. Aunque Carrasco Terriza y
González Gómez (2009) la catalogan como obra anónima catalana de hacia 1900,
restaurada por León Ortega en los años 50, no aclaran ni la fuente, ni su
procedencia. Como para otros enseres e imágenes la buscamos en el cuerpo de
iglesia del monasterio de la Luz, donde efectivamente no se encontraba en
ninguno de sus retablos. Sí aparece en la sacristía una imagen de similares
características descrita como “una
señora del mayor dolor, vestida en candelero, con espada y corona de plata, y
velo de seda”, una descripción que, pese a los retoques, difiere poco
de la actual. Es cierto que todas las imágenes se parecen, y que incluso
podemos estar hablando no de una, sino de varias imágenes históricas, pero no
es menos cierto que las imágenes de candelero pueden cambiar fácilmente
cualquiera de sus partes sin sufrir drásticas modificaciones. En este caso,
quedaría datado su traslado desde el monasterio de la Luz en 1822
con el resto de los enseres no reseñados.
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