domingo, 16 de octubre de 2016

La nao Nuestra Señora de la Luz

El 15 de mayo de 1582 Juana Domínguez, viuda de Lorenzo Martín Gavilán otorga poder a Andrés Ochoa y a Baltasar Fuertes para que en su nombre puedan demandar a cualquier persona,

Grabado de la vao Victoria
 “en cuyo poder estuviere una nao de alto bordo con todos sus aparejos y fletes, que es mya y me pertenese, por fin y muerte del dicho mi marido, y se me an alsado con ella, que a por nombre la dicha nao Nuestra señora de La luz, la qual, Francisco Duarte, fator de su Magestad de la Contratasión de Sevilla, la tomó y embargó para llevar bastimentos a la ciudad de Oran y Alicante y a otras partes, y no parese, y resibiendo los fletes, podáis dar y otorgan vuestra carta, y cartas de pago y resibo, las quales valgan y sean firmes, bastantes y valederas....”

Las naos son barcos de elevado altobordo, tres mástiles con vela cuadrada y castillos en popa y proa, ideales para el desplazamiento de grandes tonelajes y la carrera de Indias, cuyos navíos más famosos fueron la Santa María de Colón y la nao Victoria de Fernando de Magallanes. La nao Virgen de la Luz tuvo, obviamente, este destino, no sólo por la referencia a la Casa de Contratación, puerta de salida y entrada de todo lo que venía de América, sino porque su propietario es un viejo conocido al cual hemos citado por el apellido familiar Gavilán y que en realidad es Martín Borrero.
Y ya con estas referencias, la cuestión cambia. No nos consta el matrimonio entre Lorenzo y Juana, anterior a nuestros registros parroquiales, pero entre 1541 y 1554 nuestro archivo constata cuatro nacimientos, Isabel (1541), María (1543), Leonor (1546) y Blas (1554) que no debieron sobrevivir. Sus hijas menores, Juana Martín y Ana González, debieron nacer fuera de nuestra localidad entre 1557 y 1568, según el poder que en su nombre otorga su madre para reclamar la herencia, y probablemente por ello no poseemos más referencias hasta la década de los ochenta, cuando la familia retorna tras la muerte del padre. En realidad tenemos más referencias del barco, cuyo singular nombre nos ha permitido rastrearlo en la documentación de Indias.
Una real cédula de 31 de marzo de 1576 autoriza a Diego de Franquiz, vecino de Sevilla, a enviar a su nao Nuestra Señora de la Luz a Nueva España con mercancía propia. En el registro de venidas de naves sueltas de Santo Domingo de 1575 consta a cargo del Maestre Gaspar Díaz, y en tres ocasiones más aparece en el registro de Puerto Rico y Santo Domingo, aunque en fechas  muy posteriores.
Es en estas fechas, entre 1575 y 1580 cuando nuestro protagonista recaba en La Habana, donde traba amistad con el Capitán de infantería Francisco de Rojas, al que presta 50 ducados. Regresado, o no, a España, una carta fechada en Sevilla el 2 de Enero de 1580, localiza de nuevo el barco en Gibraltar, aunque no prueba la venida a España de su propietario. La carta esta rubricada por Luis de Carvajal de la Cueva, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de León de las Indias en Nueva España (México) antes de la partida para América,  y en ella afirma actuar mediante poder,

“.... en nombre de Lorenzo Martín, de la Habana, señor del navío, Dios salve, nombrado Nuestra Señora de la Luz, que está surto en Gibraltar, y en virtud del poder que de él tengo, que sustituyo el dicho poder y lo doy, como yo solo tengo, al señor Hernán Benítez de Hinojosa, vecino de la dicha ciudad de Gibraltar, y a Mendo Rodríguez, portugués, maestre del dicho navío. . . .. Y es mi voluntad que el dicho Mendo Rodríguez sea maestre del dicho navío (manuscrito manchado) lo rige y administre hasta traerlo a ..... esta ciudad y usar y use del dicho maestraje ...... conforme al dicho poder. . . .”
(Temkin, Samuel: La urca de Carvajal y sus pasajeros. Revista de Humanidades, Tecnológico de Monterrey, núm. 31-32, 2011, pp. 181-210)

Para Samuel Temkin, según se desprende del documento anterior, Carvajal solo tenía poder para el uso de la nave y su mercancía y lo traspasa a Benítez y a Mendo Rodríguez para que hicieran de la nave lo que quisiesen. Por consiguiente, la nave fue otorgada, y posteriormente embargada por la casa de Contratación, para su propio servicio. Y debió ser sobre estas fechas cuando muere Lorenzo Martín probablemente en la Habana, puesto que allí lo avecina un poder que otorga su hija Juana y su nieta Francisca Díaz Neta para el cobro de los 50 ducados de deuda del capitán Rojas (21-01-1610) y el propio expediente de Bienes de Difuntos de la casa de Contratación que posee la misma fecha.
Poco más podemos añadir. Aunque nos consta que participó en el comercio con Portugal, y no cumplió algún encargo relacionado con la compra de esclavos, que pudo ser ocasional, las actividades del armador Lorenzo Martín Gavilán nos son desconocidas y parecen extraordinarias, a tenor de lo publicado y conocido, aunque los indicios apuntan en otra dirección. El comercio de carbón en la segunda mitad del siglo XVI y a lo largo del siglo XVII parece que abrió muchas puertas, y aprovechó las tradicionales rutas a Cádiz para buscarse nuevos horizontes. Las relaciones con las poblaciones litorales del golfo de Cádiz fueron muy intensas durante estos años, más incluso que con la gran urbe Sevillana,  actuando esta zona como intermediadora de productos atlánticos y portugueses (bacalao, madera, telas, pescado, esclavos.....), además del carbón, la sardina y los productos agrarios. Aunque insistimos que aún se trata de indicios, donde es posible rastrearlos, la buena coyuntura comercial encumbró a algunos tratantes locales, ya sea como factores o con capital propio, que son los que nos indican el camino.
Las limitaciones económicas del mundo rural y la falta de especialización comercial de los tratantes, excepto en el carbón, enmascaran bajo la forma de diversas utilidades y las ventas de contado, que se registran en los testamentos o en libros de contaduría, la importancia  de este comercio. Lorenzo Martín no es el único testimonio que poseemos en nuestro municipio ni de armador, ni de comerciante en este periodo. Lo realmente singular es el navío que paseó el nombre de nuestra patrona por todos los confines conocidos.
La familia Gavilán no tuvo descendencia masculina que siguiera la actividad. Las dos hijas que le sobrevivieron casaron en nuestra localidad. Por la escritura de poder para reclamar la herencia sabemos que  Juana se casó con Lázaro García o Díaz, y localizamos su fincha de nacimiento en 1589. Por ella sabemos que tuvo 7 hijos, dos de los cuales recibieron el nombre de Lorenzo.

De su hermana Ana poseemos la carta de dote valorada en 106.676 maravedíes (3.137,5 reales), una cantidad importante que incluye trigo y cebada en grano, y ganado, un borrico, dos bueyes, dos bacas domadas y un novillo que suelen ser los bienes que caracterizan a la clase poderosas local y los que determinan la sucesión en las sociedades campesinas y no solo la herencia. Es casi seguro que en la fecha de la carta, 1584, todavía no había recibido la herencia paterna reclamada, o al menos no nos consta. Hasta 1610 su hermana Juana y una nieta llamada Francisca, no sabemos de cuál de las hermanas, no reciben la herencia de los 50 ducados (550 reales) de la deuda del Capitán Rojas. 

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