domingo, 24 de abril de 2016

La última voluntad de José Pérez de Guzmán y Urzaiz

Tras la publicación del libro de Francisco Zambrano  Vázquez  (Don José Pérez de Guzmán y su Fandango. Diputación de Badajoz, 2008)  comenzamos a acercarnos a la historia y la vida del caballero-cantaor  Pepe Pérez de Guzmán y su relación con el cante, cuya amena lectura recomiendo pese a las dificultades para su consecución. Menos conocidas son sus relaciones con Lucena del Puerto, donde murió, está enterrado, y dejó algunas últimas voluntades para el municipio que venían a resolver viejos problemas. Los luceneros apenas guardan memoria de estos hechos

José Pérez de Guzmán y Urzaiz
Don José Pérez de Guzmán era el tercer  hijo del matrimonio entre Manuel Pérez de Guzmán Lasarte y María Teresa Urzaiz Cavero, y el último que nació en Jerez de los Caballeros. En 1892 la familia se traslada a Huelva y a la finca familiar de su madre, la Hacienda de la Luz,  donde residen y pasan largas temporadas.
El capital paterno y materno le permite disfrutar de una posición holgada. Don Manuel Pérez de Guzmán además de sólido comerciante e industrial, disfruta de un amplio reconocimiento social que le llevó a la presidencia de la Cámara de Comercio, del Puerto de Huelva y de la Real Sociedad Colombina Onubense. También se dedicó a la política, representando a los de Burgos por el partido de Ayamonte y militando en el Partido Conservador, aunque en 1900 se confesaba retirado y desengañado de la política,  dedicado al engrandecimiento de su finca La Luz.
José Pérez de Guzmán, por consiguiente, gozó de tiempo y dinero para ejercer diversas actividades. Con sus hermanos varones entre 1911 y 1914 jugó en el Recreativo de Huelva, cuando su padre era vicepresidente del club,  practicó la caza, el tiro al pichón y la hípica, actividades de señorito, junto con el flamenco aficionado y los toros. Zambrano ofrece pruebas de su relación con la Argentinita, García Lorca y Sánchez Mejías, este último, fotografiado en la Luz capeando un novillo con su hermano Pedro “El Almirante”. Del resto de su actividad conocemos poco, su carácter de propietario, con el que consta en el certificado de defunción del Juzgado Municipal, la administración del patrimonio local de Lucena y  la adquisición de la finca El Juncal en Antequera con su hermano Luis.
Afectado por la Tuberculosis con treinta y siete años, al igual que una de sus hermanas, se retiró a la casa familiar, y no soportó los rigores de la enfermedad. El 18 de abril de 1930 se disparó un tiro en la sien en la bañera de la planta alta del Patio de las Muñecas a la edad de 39 años. Antes de este hecho, ordenó sus asuntos y se casó con la Dolores Molina Álvarez, natural de Sevilla, de 27 años de edad, con la que, al parecer, convivió durante unos años.
Desconocemos si dejó testamento, pero la sesión Extraordinaria de Pleno de 13 de octubre de 1930 recoge ya claramente una última voluntad relacionada con Lucena del Puerto:

“Antes de fallecer D. José Pérez de Guzmán, había ofrecido hacer un cementerio a este pueblo, ya que el que existía y existe no tiene capacidad suficiente para esta población….. los herederos de dicho señor, enterados de su última voluntad, tienen el propósito de construir a su costa dicho cementerio y donárselo a este vecindario, a cuyo efecto solicitan de esta Alcaldía para que designe el emplazamiento y se tramite el expediente correspondiente con el fin de que se consiga autorización para llevar a efecto la obra de que se trata; el emplazamiento para dicho cementerio está hecho en una finca de los donantes, en el sitio denominado “el Bosque”, de este término municipal, distante de esta población mil doscientos metros próximamente por la parte del este, sitio el más conveniente para los efectos de los vientos recurrentes, si se tiene en cuenta que los más frecuentes en esta población proceden de la parte sur y oeste; además no puede construirse en otro sitio por las dificultades casi insuperables de tener acceso desde esta población. Referente a la necesidad de dicho cementerio para este pueblo, baste decir que hace más de diez años que trata de hacerlo este Ayuntamiento y no ha podido verificarlo por falta de recursos”

El Municipio acepta el donativo y  autoriza a la presidencia para que se hagan todas las obras necesarias. Pero la cuestión no fue tan fácil como parecía.
Tenemos constancia de que hubo contactos con la familia por los cuales conocemos que los deseos de Pérez de Guzmán fueron expresados verbalmente a su hermano Luis, y dejado a su criterio. Hasta 1933 el municipio no nombra una comisión para ponerse en contacto con él, que lo visitó el 20 de abril de este año en Sevilla. La familia exige, por ser parte de la última voluntad, la construcción de una capilla a su memoria y se compromete a costear las obras de ésta y el cementerio, pero la corporación advierte que el Estado no lo consentirá “con arreglo a la nueva Ley” y decide elevar consulta jurídica. La nueva ley a la que se refiere el consistorio es la secularización de los cementerios, recogido en el artículo 27 de la Constitución republicana y, obviamente, parte del programa de separación gradual y de la Iglesia  y la secularización del Estado. El asunto acaba paralizado, pues la consulta realizada a la Revista Técnica de la Administración manifiesta de manera tajante que “para los actos religiosos en general no puede hacerse capilla alguna en dicho cementerio en virtud de disposiciones vigentes, pero en atención a la familia del donante puede hacerse dentro del recinto del cementerio un panteón familiar y dentro de este su capilla que sirva tan sólo para la familia”. En el mismo sentido, se toma acuerdo del deplorable estado del cementerio municipal y se encarga proyecto al arquitecto José María Pérez Carasa, marido de Luz Pérez de Guzmán y Urzaiz,  pero tampoco se ejecuta.
Posteriormente los apuros económicos del Ayuntamiento y posiblemente la falta de acuerdo con la familia, fueron dilatando el problema, hasta que se hizo prácticamente insostenible. La incapacidad del cementerio viejo de la Plaza Nueva, repleto y  en ruinas, obliga en 1938 al nombramiento de  una comisión formada por el comandante militar, el cura párroco y el jefe local de Falange  que se queda en eso, es decir, en comisión.
A lo largo de los años siguientes, conforme el problema se agudiza, los alcaldes y dos nuevos comisionados del cabildo se dirigen a la Delegación de Hacienda recabando apoyos. En 1940 se dan los primeros pasos, acudiendo al apremio de todos los deudores del municipio por todos los conceptos, aprobando provisionalmente el proyecto del arquitecto José María Pérez Carasa y la solicitud del terreno a doña Teresa Pérez de Guzmán, responsable ahora y heredera de la última voluntad de su hermano José, con cuyo esposo, Joaquín Gonzalo Garrido, se acaba llegando a un acuerdo económico de compra de la parcela como vía más rápida de solución, pese a consignar en presupuestos 45.000 pesetas para la expropiación del terreno. 
Por consiguiente, la última voluntad de Pepe Pérez de Guzmán sólo se cumplió parcialmente y tras un trámite penoso que duró más de diez años. A finales de 1948, el Pleno dio cuenta de la finalización de los trabajos y la colocación de dos lápidas de granito para su inauguración. En ninguna de ellas se elude al caballero Pérez de Guzmán, y, advertimos aquí, que este no fue el único incumplimiento. La cesión de aguas de la Fuente de la Morisca al municipio para el abastecimiento gratuito a los vecinos efectuada por el mismo en 1926, derivó en otra historia rocambolesca que concluyó en conflicto y expropiación, pero eso lo dejamos ya para otra ocasión.


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