miércoles, 1 de noviembre de 2017

Los autos de Perete y su mujer.

Ante mi sorpresa en algunos documentos, me decía un archivero amigo que en los archivos de protocolos cabe de todo. Y, efectivamente, se puede decir que casi de todo hemos encontrado. Pero el documento intitulado Autos de Perete y su mujer es sin duda uno de los más raros, puesto que desconocemos por qué está motivado y no tenemos certeza realmente de a que se refiere:
 
Mujer hablando con el Escribano
“En el lugar de Luçena, jurisdicción de la billa de Niebla y en beinte y seis días del mes de abril del año del señor de mill y quinientos y setenta y un años, ante el señor Juan Pabón, Alcalde Hordinario, y en presençia de mí, Alonso Hernández de la Coba, escribano público, y de los testigos infraescriptos, i estando en las casas de morada do bibe Águeda Suárez, mujer de Francisco Hernández Perete, vezino de la villa de San Juan (roto).....  Yo el dicho escribano fuy llamado para que diese por testimonio lo que biese y oyese, y ante mi pareció el dicho Francisco Hernández Perete (y) dijo delante del dicho señor Alcalde, y en presençia de mí, el dicho escribano público, como el pedía a su mujer Águeda Suárez para hazer vida maridable con ella, como tal marido y mujer, y que pedía al señor Alcalde se la mandase dar para este ifeto y bibir en serviçio de Dios/ Y es su boluntad dél, el que la dicha su mujer, esté y biba en el dicho lugar de Luçena con sus hijos, a su boluntad, por que el la bisitará y alimentará todo lo mejor que pudiere, como es obligado. Y la dicha su mujer dijo e respondió que todas las bezes que el dicho Francisco Hernández Perete, su marido, biniere al dicho lugar de Luçena, le limpiará y hará de comer, y todo buen tratamiento, como es obligada y como a su marido, con tal de que no salga de medida y haga lo que es obligado. Y ansi el dicho Pedro (sic) Hernández Perete pidió por testimonio para guarda y conserbaçión de su derecho, y rogaron a Gaspar de Ordaz lo firme por ellos, que fue testigo Alonso Domínguez y Hierro Viejo y Alonso Domínguez Botaya, vezinos del dicho lugar, e yo de su pedimiento lo di. Testigos los dichos y el señor Alcalde mando se diese al  dicho Pedro Hernández (sic) e hizo su hierro y señal”

El auto es una decisión jurídica o judicial que no precisa sentencia y que responde a la petición de alguna de las partes, en este caso, el marido. No tenemos constancia de denuncia, caso que la hubiera, pero parece obvio que lo que retrata el auto es una pelea conyugal, en la que el esposo se asegura el requerimiento por si la mujer se niega, de ahí que pida la intervención del Alcalde Ordinario y el escribano público. También parece obvio que el marido en alguna ocasión al menos se salió de “medida” y que no cumplía con sus obligaciones. Cada cual interprete estas palabras como quiera.
Por lo demás, esta es una de esas extrañas familias de las que casi no tenemos referencias documentales. No se casan, ni registran hijos en Lucena, no hacen testamentos y no aparecen en otra documentación. Un posible hijo de ambos, del mismo nombre que el titular del auto, citado como soltero, permanece activo entre finales de la década de los veinte y cincuenta del siglo XVII y llegó a profesar en la Luz. Pero esta es ya otra historia, que dejamos para mejor ocasión.


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