domingo, 5 de junio de 2016

Sobrevivir a la propia muerte.

En alguna ocasión nos hemos ocupado ya de la familia de Manuel de Cabrera y su descendencia, de amplia influencia en nuestra historia local. Hidalgo, Alcalde Ordinario y familiar del Santo Oficio, recaba en nuestra localidad por matrimonio con Ana Hilazo, de ascendencia bonariega y familia de labradores, y el posterior matrimonio con Isidora María García Coronel, que es quién hoy nos interesa. De todas maneras, no podemos perder de vista a la descendencia del primer matrimonio de don  Manuel, Juana, Francisco y Rosa de Cabrera, y a la del segundo, Ana María Cabrera, ni a la cohorte de hermanos y sobrinos de doña Isidora que intervendrán en esta historia.

Grabado alemán representando un entierro
En 1710, Manuel de Cabrera en nombre de Isidora María, elabora una escritura de concordia con sus cuñados sobre la liquidación de censos, hipotecas y cargas que pesaban sobre los bienes de sus suegros difuntos que ascendían a la nada despreciable cifra de 6.420 reales de vellón. El legado incluía una importante cantidad de  tierra que no  se especifica, sólo las cargas, y dos casas, dos bodegas y una gañanía (pajar o casa de campo) muy próxima a la calle de Malvas. Esta era la herencia de su hija Ana María.
Pero Ana María muere en 1627 dejando como su universal heredera a su madre. En su testamento recoge, además de diversa mandas a San Vicente y a Nuestra Señora de la Soledad (de la hermandad de la Sangre), la fundación de memorias de misas cantadas los días de San Isidro y Arcángel San Gabriel, impuestas sobre diez fanegas de tierra en el arroyo del Caño y otra memoria de misa cantada sobre “las casas bodegas que tenía en este dicho lugar en el barrio que se dize del Duque,  que lindan por la una parte con casas de Antonio Martín, vezino dél, y por la otra haze esquina con la que de dicho barrio ba a la yglesia, que sobre ellas quedase una memoria de misa cantada que se ha de decir en la parrochial de este lugar el día viernes de Nuestra señora de los Dolores de cada año....”. Ambas mandas, con las anteriores, suponen ya un capital importante.
Doña Isidora María, sin descendencia directa, decide otorgar testamento el 17 de septiembre de 1733 empleando todo el capital acumulado a lo largo de su vida a la salvación de su alma. Su entierro en la Capilla de la Sangre de la parroquia, amen de las honras y posas habituales, estuvo acompañado por todos los sacerdotes locales y las comunidades de San Francisco de Moguer y La Rábida, y Nuestra señora del Carmen de San Juan del Puerto, lo que debió constituir todo un acontecimiento local.
Entre las mandas consigna 1000 misas rezadas por su alma, personas a su cargo, intercesión y penitencias mal cumplidas, a tres reales cada una, repartidas, rescatada la cuarta parte de ellas para la colecturía local, por la parroquia de Moguer, la Meced de Sevilla, el Carmen de Trigueros, Santo Domino de Gibraleón y Niebla, y otras 500 misas a voluntad de sus albaceas, a dos reales de limosna. Ambas mandas suponen un capital de 4.000 reales de vellón, a lo que habría que sumar los importantes gastos del entierro.
No se olvida Doña Isidora María de la devoción de los Cabrera al Señor de la Sangre, con dos mandas adicionales destinadas a perpetuar su memoria:

“Yten es mi voluntad, que para siempre jamás, se le den en cada año a la fábrica de la parroquial de este dicho lugar seis arrovas de aceite para que se gasten precisamente en alumbrar la lámpara del Santísimo Cristo de la Sangre que se venera en dicha yglesia, cuyo pago a de ser a cargo de quién aquí se expresará”.
Yten es mi voluntad dotar, como doto, una memoria perpetua de misas, una en cada uno de los viernes de marzo de cada año, que se han de decir en la capilla del Santísimo Cristo de la sangre y an de ser cantadas con su miserere y vía sacra”…”

Consiga por limosna 6 reales de vellón que deben inscribirse en el libro de fábrica de la parroquia por cada una de ellas, “para que siempre conste y sea permanente”, y quedará a cargo de quien se dirá más adelante. Tras afirmar de nuevo que no tiene “herederos forzosos, por no tener ascendientes ni descendientes algunos, .....para que siempre conste”, es cuando realiza su principal idea o propósito:

“Yten es mi voluntad fundar, como desde luego fundo, un vínculo de todos los bienes raíces que yo tengo, como son las viñas, tierras de labor, casas y olivares, bodega y lagar, que los que son, consta de las hijuelas de los que me tocaron en la partición de vienes que se hizo por fin y muerte de dicho mi marido, y los que tocaron en la suya a Doña María Cumbrera y Cabrera (Ana María Cabrera), mi hija, a quién sobreviví y heredé como su madre y universal heredera, cuyos vienes, con las cargas de censos o memorias que sobre sí tienen, quiero sean vinculados y no se puedan vender, ni enagenar por motivo alguno, sino que siempre queden unidos y por (sí) de dicho vínculo, y el poseedor o poseedores que dél fueren, según haré los nombramientos y llamamientos específicos y genéricos, tengan la forzosa obligación de pagar la dicha memoria perpetua que llevo fundada y dotada de las seis arrovas de aceyte en cada año para alumbrar la lámpara de el Santísimo Cristo de la Sangre de la parroquial desta villa, y los ventiquatro reales de vellón de la otra memoria que también llevo fundada de las quatro misas cantadas en los quatro viernes del mes de marzo de cada año, con cuya obligazión dexo gravados los vienes de dicho vínculo que serán todos los raices que yo tengo y hubiere al tiempo de mi muerte”.

El capital vinculado se supone bastante importante puesto que alcanza a lo aportado del legado de su padre, marido e hija, pero como quiera que hasta la fecha no ha aparecido la partición de bienes del marido, sólo podemos suponerlo, aunque la suerte nos ha acompañado también en esta ocasión, como después veremos. En cualquier caso, constituido el vínculo, establece el orden de administración de su primera poseedora, Doña Josefa de Jesús García Coronel, su hermana doncella, vecina de esta villa y sus hijos o descendientes, si los hubiera, y a continuación cita prácticamente a todos sus sobrinos y hermanos vivos, y en su defecto, las hijas de Manuel de Cabrera, y después su hijo, siguiendo el orden sucesorio que ella misma establece: prefiere parientes legítimos a ilegítimos, la hembra al varón, y la hermana de mayor edad a la de menor, con su propio orden sucesorio troncal de familia, aunque otra hermana de menor edad tenga hijas mayores que la primera. Y excluye a:

“a los hixos que no sean lexítimos, y de lexitimo matrimonio, y a los que casaren que no sean cristianos viexos, y tengan la fea tacha de judios, moros, negros o mulatos o penitenciados del Santo Oficio de la Inquisición, porque a semejantes gentes las excluyo porque por la Misericordia de Dios, todos los parientes que llevo nombrados no tienen semejantes notas en su sangre…..”

No termina aquí el testamento y sus derivaciones, pues nos consta que manumite a varios esclavos antes de su muerte y otorga cuatro legados de 50 ducados a deudos  en bienes (2200 reales de vellón), además de ordenar a su heredera la manutención de María, Josefa y Juan del álamo, “hasta que las dos tomen estado y el varón aunque no lo tome,  cumplan la edad de veinticinco años, de los alimentos necesarios, de la comida regular, como es pan y carne, y la ropa necesaria para no andar desnudos ni indesentes, y que todo se gradue por a discresión y arbitrio de mi heredera sin que se le pueda obligar a que de más de lo que esta buenamente le peresiere. Y les encargo sean humildes y agradecidas y que me encomienden a Dios”.

Josefa de Jesús Coronel, administradora del vínculo, y moza soltera, sobrevivió poco a su hermana. En su testamento de febrero de 1740 otorgado en virtud de poder las mandas son muy numerosas, pero más modestas, destacando 500 misas rezadas por su ánima. Sin embargo, nos sorprende una declaración de deudas

“Yten declaro que, por muerte de Don Francisco Coronel, su hermano, y Doña Beatriz Antonia, de Espinosa de los Monteros, su mujer, quedó por heredera de un Vínculo que fundó el dicho su hermano y de su caudal, como consta del testimonio que otorgó en la Ciudad de Granada en treinta días del mes de noviembre de  mil setesientos y dose años, por ante Miguel de León Gamero, escribano de dicha ciudad, en el qual consta mandó se le dixesen quatro mil misas resadas de la tasa ordinaria y estas se pagasen de los réditos caídos de los dos sensos que constan de los dichos testimonios y porque la dicha doña Beatriz, mujer del dicho su hermano, y don Juan Salvador Sotomayor, su sobrino, cobraron la mayor parte de los caídos, y más de lo que debió persevir averse q(uitado) en un pleito que tuvo con dicho Juan salvador, sobrino de la expresada, e Doña Beatriz, sobre la posesión de dicho vínculo, por cuia razón y los crecidos costos que ocasionó dicho pleito, no ha podido mandar desir más de seiscientas misas que tiene pagadas. Declaró que, para descargo de su conciencia, se cobren los cuidos de ambos sensos asta el día de hoy y se depositen en el cura que es o fuere del lugar, como simismo lo que de oi en adelante reditaren, cuyos réditos no ha de poder persevir ni cobrar el dicho D. Joseph Coronel, su sobrino y herederos, hasta tanto estén pagadas las tres mil cuatrocientas misas....... con la advertencia que el caudal que grava el pago de dichas misas, solo es y se entiendan los dos sensos que están ympuestos; el uno sobre los propios y albitrios de la villa de Olvera, y el otro sobre los estados del Sr. Marqués de Valcarrota, ciudad de Moguer, y sus alcances, sin que sea visto que a los demás vienes que dexó dicho vínculo se le pueda pedir cosa alguna”

Otras mandas se ocupan de los hijos de Juan del Álamo y de la manumisión de esclavos, pero lo que ahora nos interesa es que nombra por su universal heredero a su sobrino José Coronel, vecino de Moguer, e hijo de Alonso Coronel, su hermano, que recibe  ambos vínculos, lo que a tenor de lo expresado supone ya una buena fortuna, aunque devaluada, ya que no puede atender los pagos.
El último capítulo de nuestra historia llega de la mano de un hecho similar que nos informa de la cuarta poseedora del vínculo, doña Inés Barba, sobrina directa de Doña Isidora, y  viuda de Juan Moro, con la cual tenemos una información precisa del capital vinculado en 1756. La incapacidad de los sobrinos y sobrinas para mantener el legado debió ser ya manifiesta 23 años después de su dotación, solicitando la susodicha la intervención de Corregidor de la villa de Niebla, y Capitán de Guerra de su Condado, para evitar su total pérdida valorándolos y dándolos a tributo perpetuo. Según la administradora, la mayor parte del capital se consumió en época de Josefa Coronel (Josefa de Jesús), hallándose en su época casi arruinada una de las bodegas y muy deteriorados los siguientes bienes:
  • La casa principal de Calle Malva.
  • Otra casa accesoria que linda con ella.
  • La casa lagar linde con casa de Juan Carrasco, “en donde está la basila y la caldera de cozer arrope, la que se halla rota, y toda la basila, que se compone de toneles, calones y tinajas”.
  • 34 millares de viña que llaman de arriba.
  • 15 millares de viña que llaman de abajo.
  •  4 fanegas de tierra que fueron viñas, al sitio de viña vieja.
  •  2 fanegas que fueron pinar.

En los autos que siguieron, Juan Carrasco, maestro alarife de Lucena, manifiesta que la bodega está hecha solar sin madera, ni materiales, “y dichas cassas están muy maltratadas y podrida mucha parte de sus maderas, y descuadernadas sus paredes y muchas de ellas apuntonadas (sic)….. y todas las viñas menzionadas se hallan perdidas, por cuio motivo no dan fruto, ni nada, y las dichas seis fanegas de tierra, consta el testigo, no hay quien las arriende por estar solas en dicha dehesa voyal y entre viñas…..” .El posterior aprecio de los bienes, realizado por diversos profesionales locales, otorga las siguientes cantidades. 
  • Casas Bodega de calle Malva, apreciada en   555 Reales de Vellón (rv) de cuya cantidad se rebajan 300 de principal de unas memorias de misas,  por tanto se valoran en 255 r.v..
  • Las casas principales de Malva, apreciadas en 7.739 reales de cuya cantidad se bajan 250 de una memoria de misa cantada anual, como también 1.468 de un censo de que se pagan réditos a Santa Clara de Moguer, por tanto se valoran en 3921 r.v..
  • Las accesorias a dicha casa, apreciada en 1.153 r.v..
  • Las casas lagares contados los aperos de lagar apreciadas en 2.305 r.v.
  • 11 toneles de arcos de hierro a 90 reales cada uno, 990 r.v..
  • 9 “sarlones” a 33 reales cada uno, 315 r.v..
  • 2 tinajas rompideras a 30 cada una, 60 r.v.
  • La caldera de arrope apreciada en 1000 r.v.
  • 12 millares de viñas  en callejón que va al pino a 225 cada millar, que importan 2600 r.v. Y hay que rebajar 800 reales de tributo a la fábrica de Almonte, que reducen a 1900 su valor.
  • 6 millares que lindan con tierras de las Perreras, a 150 reales cada millar,  900 r.v. libres de todo censo.
  • 6 millares que lindan con las anteriores, a 180, 1080 r.v..
  • 4 millares sobre las antecedentes a 150, 600 r.v..
  • 6 millares para componer los 34, del cercado de Arriba a 200, 1200 r.v.
  • 8 millares de las de Abajo, a 232, importan 872, de los que se rebaja 506 de principal de dos misas, por lo que quedan 1.356.
  • 2 millares de dicha cerca, a 150, 300 r.v..
  • Los 5 millares restantes, a 120, 600 reales de vellón.
  • Las 6 fanegas de tierra que fueron viñas, las 4 de la viña Vieja a 260, que descontados los 434 de tributo, queda 232 reales de valor. Las dos fanegas que fueron de pinar a 330, descontadas 253 reales de otra memoria de misa cantada. Quedan 77.

Por consiguiente el capital valorado, descontados censos, tributos y otras cargas alcanza la nada despreciable cifra de 18.214 reales de vellón libres (1650 ducados), más 5.051 de réditos, 23.265 reales de vellón de capital total. Si a ello sumamos los más de 5.000 reales, en estimación prudente, de las mandas del testamento de Isidora María, la cantidad invertida en la salvación de su alma rondo los 29.000 reales, unos 2.600 ducados. Ninguno de los capitales locales que hemos manejado alcanza esta cifra, pudiendo rondar el valor de su capital en el equivalente a la compra de 150 fanegas de tierra calma o más de 40 casas, con sus correspondientes pozos y corrales a mediados del siglo XVIII.
En 1786, el vínculo, denominado ahora en los documentos municipales de Ventura Coronel, aparece entre los hacendados forasteros con 142 fanegas de tierra y no se cita para nada la viña, es decir, que se perdió. Tal vez, por este hecho, no aparece entre los bienes desamortizados, al menos con este nombre, aunque pudiera haber sido asumido, con sus deudas, por la fábrica parroquial, puesto que ésta era la beneficiaria de las mandas y no son excesivas, sino todo lo contrario. El vínculo y sus mandas sobrevivieron a la propia muerte de la fundadora, pero en un estado lamentable y con su capital arruinado.
Pese a todo, el legado de doña Isidora María, la mujer que puso precio a su alma, no logró mantener su memoria. Nos queda el nombre, el paraje del vínculo, en el ruedo tradicional del municipio, aunque la mayoría de los luceneros desconoce el origen del topónimo.
La sustracción a la tributación de este importante capital constituía uno de los grandes problemas del municipio y era motivo de permanente queja de los regidores desde la fundación del monasterio de la Luz. Un quinto de la superficie municipal se encuentra en manos de obras pías y eclesiásticas, y con toda seguridad más de la mitad de la superficie cultivada, unas 2000 fanegas, calculando además los peritos municipales que unas 700 fanegas se arrendaban a vecinos de la localidad y foráneos a finales del siglo XVIII. Nada se podía hacer al respecto, la legislación castellana primaba las últimas voluntades sobre cualquier otra consideración y el negocio de la salvación de las almas se mantuvo, bien en boga, a lo largo de los siglos de la modernidad y aún después de quebrado el Antiguo Régimen. Los Cabrera, los Coronel, y los Barba, por separado o en el mismo tronco familiar, quisieron sobrevivir a su propia muerte constituyendo mandas, legados e importante donaciones eclesiásticas en las que aún seguimos trabajando.

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